El fin del mundo
Bendito el momento en el que llamé su atención sobre uno de ellos: "¡Mira, Monsoon!" y lo olisqueó y el caracol se escondió corriendo.
Desde entonces cada vez que ve un caracol se acerca, lo huele y en cuanto se esconde, le da toquecitos con la pata (como si fuera un gato) esperando a que salga de su concha.
No sería tan malo si últimamente (y sobre todo los fines de semana...) lloviera menos. El otro día conté más de 70 caracoles en el parque de enfrente de mi casa. ¡Y Monsoon parándose a efectuar su ritual con cada uno!
Pero lo peor fue que todos los caracoles se arrastraban en la misma dirección. Sí, sí, de verdad, todos iban hacia el mismo sitio. Eso me hizo pensar en el armagedón o en alguna inminente catástrofe natural porque, claro, últimamente están las cosas de un apocalíptico que asusta. Oigan, que ya está bien con que se acaba el mundo.
El mundo se iba a empezar a acabar a partir de las 18:00h del 21 de mayo (sí, yo también he llegado tarde) porque a un señor ingeniero (fanático religioso, me atrevería a añadir) llamado Harold Camping (menuda guasa de apellido) le dio por la numerología y decidió que se acababa, que iban a comenzar grandes terremotos (fíjate que en eso no ha andado muy errado) y que los creyentes serían llamados al cielo y los que no se arrepintieran serían derribados y avergonzados.
Mira, esto no me ha quedado del todo claro... A ver, lo del cielo es para los creyentes, ¿y los creyentes que no se arrepientan serán derribados (¿desde el cielo?) y avergonzados (después de la tremenda leche dudo mucho que les importe)? Y los no creyentes, ¿qué? ¿derechitos al infierno? Esto es algo que exijo que el Sr. Camping (me sido desternillando con el apellido) debería aclarame. Que estoy que no duermo, vamos.
En este punto tengo que decir que el Sr. Camping (vale, paro) ya dijo en su momento que el mundo se acababa en el '94, así que ya tenía ensayada la cara de tonto cuando el día 22 todo el mundo se despertó en sus casas. Me imagino a sus vecinos llamándole a la puerta vestidos de domingo desde el día anterior (porque al cielo hay que ir bien vestido). Debió de decirles algo así como "vaya, pues... parece que ha refrescado esta noche, no?". Pero bueno, como según él definitivamente se acaba el 21 de octubre, aún tiene que estar diciendo: "vosotros esperad, que ya veréis, ya".
Y perdonad el cachondeo con algo tan serio como el fin del mundo pero yo por mí que se aclaren primero, que según los mayas el mundo se acaba el 21 de diciembre (por cierto, día de mi cumpleaños) de 2012 pero al parecer sólo es que se quedaron sin papel para seguir con el calendario. Igual tenían a un becario el pobre echando más horas que un reloj venga hacer calendarios y al final dijo: "Señores, hasta aquí". Y "aquí" fue el 21 de diciembre de 2012. ¿Qué otra cosa si no? ¿Qué esperaban, escribir meses y años hasta infinito a lo Chuck Norris? Pues no, en algún momento tenían que parar, digo yo.
Pero claro, luego está el Apofis. Apofis es un asteroide un poquito canalla (ya le han puesto por nombre el símbolo de las fuerzas maléficas y de las tinieblas en la mitología egipcia para que asuste). Y este asteroide, si ni los mayas ni el Sr. Camping tienen razón y el mundo sigue existiendo después de 2012, tiene la intención de chocar contra la Tierra en 2029 creando un impacto equivalente a 40.000 bombas atómicas (ahí es nada). Bueno, más bien parecía que tenía la intención de chocar, luego se ve que ya no tanta. Más tarde resultó que ya no era en 2029 sino en 2036 (en concreto el 13 de abril, por si alguno tenía planes). Después se dijo que en 2037 pero ya con una probabilidad de 1 entre 12,3 millones porque (y resumiendo mucho, no se me ofendan los físicos y menos los astrofísicos) al parecer tenía que chocar con otro asteroide o meteorito y que la colisión desviase su trayectoria y/o que la gravedad de la Tierra lo atrajese y se estrellase. Ahora, por culpa de esa carambola casi imposible, al pobre Apofis ya no le hacen caso y lo han rebajado en la escala Turín (que se ve que es como el Billboard de los asteroides) al nivel 0.
Señores, yo no doy pa' más. A mí pongánse de acuerdo y díganme cuándo se acaba el mundo, pero cuándo se acaba de verdad, que tengo muchas cosas que hacer, entre ellas convertirme, confesarme, arrepentirme y vestirme de domingo (que en el infierno no se debe de estar muy bien).
Y por mucho que me gustase ver a Bruce Willis vestido de astronauta, si no se acaba el mundo, déjenme en paz sentada en un banco del parque en una agradable noche de primavera viendo a mi perra jugar con los caracoles.