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Esta vez no

La semana que viene estaré en Mallorca del lunes al jueves. Otra vez. Pero esta vez paso de trabajar hasta las mil y llegar agotada al hotel y tirarme en la cama y no hacer nada.

Quiero divertirme en Mallorca, descubrir sitios, restaurantes, pubs y lo que sea. Aunque tenga que ir sola, no me importa. Si me fui a Roma, ¿qué es Mallorca? Nada. Si me las vi con Giorgio, ¿qué me puede pasar en un pub por muy sola que esté? Nada.

Esta vez no me voy a amargar, va a ser mi mejor visita a la isla. Y punto. Porque yo lo digo. Porque no me hace falta nadie. Porque ya estoy harta. Porque sí y punto.

Así que ayudadme, ¿qué puedo hacer en esos tres mediodías y esas tres noches? ¿Alguien tiene alguna recomendación?

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¿Realidad o ficción?

Antes de empezar con otra entrega de frikadas de Meetic, tengo que decir que he contactado con al menos un par de chicos majos por allí ya.

Pero el último e-mail que he recibido... Esto tengo que contarlo...

Entre "te quieros", "mi princesa" y "te amos", este chico me ha contado que le gustaría que le visitase en el camping donde vive en su autocaravana.

Ha tenido el detalle de explicarme que vive en una autocaravana porque está intentando sin éxito vender su casa y la vende porque le da asco, ya que su ex-pareja (de la que había aceptado un hijo de un anterior "mal servicio" - literal) le engañó allí nosesabecuántas veces.

Pero para rizar el rizo, parece ser que ella que resultó ser un tanto ligera de faldas (esto lo estoy parafraseando...) se quedó embarazada de nuevo y le ha demandado por la paternidad. Pero él sabe que el bebé no puede ser suyo ya que después de curarse (curadito del todo) de la gonorrea que le pegó otra chica (esto me lo cuenta para que esté tranquila), le quedó una estenosis de los vasos (de la cual le han tenido que operar) que antes no le permitía dejar embarazada a nadie.

Ahora sí, ahora si eyacula una vez cada cinco días la cosa va bien. No tanto si lo hace todos los días o varias veces en el día. Aprovecha para contarme que también se operó de fimosis y que de 19 ha pasado a 21 centímetros. No todo tenía que ser malo, ¿no?

En definitiva en breve tiene la vista por la paternidad y mientras tanto le encantaría que fuera a visitarle porque nada le gustaría más... porque me ama, claro.

...


......


...........



En fin... no tengo palabras... No sé si se ha inventado esa historia porque está casado y su autocaravana es su "picadero" o si es verdad y debería ser el guión de la nueva película de Almodóvar.

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¡¡499 seguidores!!

Como Carlos_M me dijo una vez, ¡qué lejos ha quedado esa entrada de los 99 seguidores que con tanta ilusión escribí!

¿Quién será el seguidor 500? Alguien con ese honor se merece un premio, se merece un... un... un... ¡pero qué poca imaginación tengo para estas cosas! ¡que alguien me ayude! ¿Qué se merece que le regale mi seguidor número 500?

Muchas gracias a los 499 que ya estáis, a los 220 de los feeds y los de "Favoritos" y todos los que os pasáis por aquí aún como Anónimos. Vaya descubrimiento que hice hace un año y pico con esto de los blogs...

Gracias de corazón...

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Survivre à l'automne

Nunca me han gustado ni el otoño ni el invierno. Siempre he sido más una persona de verano, de sol, de calor. El otoño me produce una semi-permanente sensación de melancolía, y el invierno... El invierno me produce una mala leche tremenda. Soy muy friolera, qué le vamos a hacer.

Hace años tuve que hacer un esfuerzo y decidir disfrutar del invierno, intentar no ponerme trescientos jerseys que me hacían sentir muy poco atractiva y tratar de descubrirle buenas sensaciones al frío. No me fue mal, la verdad, puedo decir que casi casi lo tengo superado ya.

El año pasado traté de hacer lo mismo con el otoño pero llovió. Y llovió. Y llovió. Y yo necesito sol. Tantos días de mojarme los bajos de los pantalones y de tener que secar a Monsoon con el secador después de cada paseo mantenían mi humor bastante huraño.

Así que este otoño lo tengo claro: Monsoon y yo nos vamos a comprar botas de agua. Las mías al menos serán bonitas y podré meter dentro los bajos de los pantalones y así evitar los calcetines y los vaqueros mojados que no se secan en toda la mañana. Las suyas... bueno, intentaré que las acepte, con eso me conformo.

"A mal tiempo buena cara", piensa en positivo.

Vale, pues resulta que ayer, como mis amigos de Twitter saben, tuve la suerte de que me tocaran por sorteo dos invitaciones para un cocktail con los protagonistas de la serie Haven en Madrid.

En este punto debería decir que nunca me toca nada. Y resulta que me dicen a mediodía que las invitaciones son mías pero que el evento es esa misma tarde/noche en Madrid. Maldita sea, no podía ir. Pero en el ratito en el que estuve pensando en cómo hacerlo para llegar a tiempo me di cuenta de que no tenía a nadie con quien ir. History repeating. Más de lo mismo.

Basta ya, ¿no?

Pues eso, que como al mal tiempo buena cara, tengo la suerte de que estamos (por pocos días ya) en Septiembre. Yo siempre digo que el año empieza dos veces: el 1 de enero y en Septiembre, con el nuevo curso, con el otoño.

Objetivo de este año: Conocer gente nueva de una maldita vez.

Problemas: En Castellón los "grupitos" de amigos son bastante cerrados y es difícil. Creo que por eso fracasé el año pasado con:
* Clases de flamenco: Todo chicas (cosa que fue uno de los motivos por los que me apunté). Amigas entre sí que iban a la suya. Luego a mitad curso me puse a viajar y tuve que dejarlo porque nunca estaba en Castellón para las clases.
* Clases de canto: Individuales.
* Clases de danza del vientre: Me aburría tanto que me borré.

Cómo hacerlo este año: Más variación, es decir, menos clases de baile y más diversidad de actividades.

* Gimnasio
* Curso de repostería tradicional (si mi abuela se entera de que pago para que me enseñen algo que ella haría gratis...)
* Clases de sevillanas aprovechando que son los sábado por la mañana, aunque sólo durante un mes.
* Curso de escritura: no sé dónde porque está la cosa complicada con los horarios, pero bueno, yo lo voy a intentar
* Curso de nutrición y dieta mediterránea
* Clases de salsa: a las de lindy hop no me han dejado apuntarme porque (¡oh, sorpresa!) no tengo pareja...

Como dicen los de El Corte Inglés, el otoño es mío, y pienso exprimirlo al máximo. Ea.

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Jennifer Aniston y yo

Jennifer Aniston y yo nos parecemos mucho. Al menos eso me digo yo cada dos por tres.

Vale que no soy rubia. Vale que no tengo su tipazo. Vale que no soy una celebrity ( ...todavía ). Vale que no tengo su dinero ni su glamour ni su acceso a tratamientos estéticos / cremas / potingues varios / joyas / ropa carísima. Vale.

Pero Jennifer Aniston está soltera. Sí, sí, como yo. Y está soltera ¡¡a pesar de todo lo de antes!!. Si a alguien como Jenny (voy a llamarle así porque ya somos casi íntimas) le cuesta tener pareja, debe de ser porque es muy difícil encontrar a alguien con quien conectar a lo grande.

Claro que Jenny creyó haber encontrado ese gran amor... pero (el maldito) Brad Pitt le puso los cuernos con Angelina Jolie y le dio plantón.

¿Habrá superado Jenny su ruptura con Brad? Muchos dicen que no. Yo pienso que sólo ella lo sabe. Pero lo que está claro es que no ha encontrado desde entonces a nadie "especial" (entendiendo esto como "alguien especial para ella").

Sí, compararme con Jennifer Aniston es un pobre consuelo, pero de algún modo pone las cosas en su sitio, sobre todo para las que hemos sufrido por amor y para las que nos preguntamos a veces "¡¡¿pero es que no hay ninguno ahí fuera para mí?!!". Es una forma de recordarnos que esto pasa en todas partes, les pasa a los ricos y a los pobres, a los guapos y a los feos. Porque esa conexión que hace que digas "sí, lo tengo claro, eres tú" no se encuentra en el dinero, ni en la belleza, ni en el poder... Está en el corazón y en eso, por suerte o por desgracia, somos todos iguales, como Jenny... y como yo...



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Back in the game

Sólo por dramatizar un poco: Hoy hace un año, un mes y veintisiete días que no quedo con un chico.

Eso son 10.152 horas sin quedar con alguien, sin arreglarme para la cita, sin tontear, sin acercarme sutilmente, sin besar a alguien, sin...

609.120 minutos de luto después de darme cuenta de que una relación de rebote no cura el mal de amores. Y digo yo, suficiente, ¿no?

¿Y cuándo sabe uno que está listo para volver al ruedo?

Pues no lo sé, no creo que haya una señal específica pero, dramas aparte, ya hace alguna temporadita (la friolera de una semana o así) que no siento esa apatía sentimental que hacía que me diera pereza responder mensajitos y que me hacía pensar eso de "¿Y ahora me tengo que poner a volver a conocer a alguien? ¡qué pocas ganas!"

No digo que esté preparada ni (SOBRE TODO) buscando una relación seria y formal, pero sí que tengo ilusión por conocer a alguien nuevo, especial, volver a tontear, reírme de chorradas, que se me erice la piel... aunque luego quede en nada. Al fin y al cabo, ya se sabe que hay que besar unos cuantos sapos hasta dar con el príncipe.

Claro que, dado que mi vida social sigue siendo peor que la de una ameba y por mucho que vaya al cine sola y por mucho que me haya ido a Roma sola, lo de salir sola por los bares conmigo misma me da como repelús, me sigue quedando como único recurso Meetic (que Dios tenga misericordia de mí...)

Eso significa desempolvar el messenger y volver a las citas a ciegas. Qué horror.

Porque una cita a ciegas es como un duelo al amanecer, un encuentro a vida o muerte. Y lo digo yo que he tenido bastantes. O gustas/te gusta o no volveréis a veros las caras ni a hablar.

Y es que conocer a alguien a través de sitios como Meetic sólo es una herramienta que te "acerca" a gente que tal vez de otro modo nunca conocerías, pero de ahí a que te dé cierta fiabilidad... Creo que ya está más que demostrado que no.

En fin, como por algún sitio hay que empezar, anoche agregué a un chico que me dejó un mensaje gracioso en Meetic (uno de los pocos que pude leer por aquello de que no pienso dejar que me timen otra vez) y voy a empezar a dar oportunidades de nuevo... En el peor de los casos, ¡tendré muchas anécdotas que contar aquí!



Así que chicos, preparaos...
I'm back.

46

Grupo de apoyo contra el mal de amores - ¡Organización!

Una vez que ya ha pasado un tiempo prudencial, pongo aquí la lista de las personas que han decidido apuntarse al grupo de apoyo contra el mal de amores. ¡¡Somos un montón!!

1 Fer
2 Angie
3 Alberto Antonio
4 Jules
5 Fely
6 Juno
7 Kobal
8 Pandora
9 La gata
10 Bea
11 Silvia
12 Lana
13 Tere
14 Claudia
15 PequeñoLins
16 Ana
17 Tuga
18 Aliena
19 Luu
20 Ya es casi viernes
21 Manela
22 Alice
23 Angélica
24 Alicedevine
25 XDB
26 Lola
27 La_Joly
28 Cinta
29 yo misma
30 Aiakides
31 Zruspa_jb
32 Rita
33 Zeomm
34 Melkorr
35 Lorena

Como un chat con 35 personas sería más bien caótico y no se podría hablar de nada, he pensado en hacer cinco grupos de siete personas.

Por favor, si alguien más quiere apuntarse (o borrarse) que lo haga pronto para que podamos conformar los grupos. Algún "Anónimo" se apuntó, pero necesitaríamos un pseudónimo al menos...

También sería interesante que las personas de fuera de España (sobre todo con husos horarios diferentes) lo dijeran para adaptar horarios. Tal vez, con suerte, haya suficientes personas en un horario similar para formar un grupo y que así nadie se quede descolgado

Esto es lo que yo he pensado (me encantaría oír vuestras sugerencias):

- La mejor hora sería o bien de 20:00h a 21:00h ó de 22:00h a 23:00h, para que no interfiera con el trabajo/estudios/cena.

- Cuando tengamos el número de participantes cerrado, publicaré los diferentes horarios y os podréis ir apuntando incluso en varias opciones (por ejemplo: "A mí me viene bien tanto miércoles como jueves") hasta que se cierre cada grupo. Esto será flexible, claro, no va a pasar nada si en un grupo hay ocho y en otro seis!

- Para agilizar las cosas, estaría bien que cada uno escribiera un pequeño resumen de su historia personal y la haríamos llegar a los otros miembros del grupo o tal vez (como propuso Ya es casi viernes) colgaría un link con las historias de cada uno para que no se convierta cada chat en un monólogo de cada uno y para que cuando alguien comente algo, si no recordamos la historia, podamos echarle un vistazo rápido. Por supuesto estas historias no serán publicadas y estarán al alcance sólo de los participantes en el grupo.

- En cada grupo se nominará a un moderador, que vigile que se observan buenas formas y que todos tienen oportunidades de participar.

- La idea de la participación en las charlas sería que cada uno contara cómo se siente, lo que le haya pasado recientemente y los demás, por orden, sin pisarnos, aportáramos nuestra experiencia.

- Por supuesto que la asistencia no es obligatoria.


Y no se me ocurre así a priori nada más. Como yo esto no lo he hecho nunca y como es algo para todos nosotros, estoy deseosa de escuchar vuestras sugerencias!!


Dejo aquí una reflexión personal: Conozco a mucha gente (y me incluyo) que ha llegado a la conclusión de no hablar más con sus amigos sobre su duelo porque sienten que sus amigos sólo les dicen cosas como: "Tú lo que tienes que hacer es dejar de pensar en ese idiota!!" o porque sienten que ellos, con sus vidas, deben estar hartos de oírles "lloriquear" siempre por lo mismo, incluso a algunos, sin querer, les hacen sentir culpables de no haberlo superado aún, etc. Seguro que a alguno de vosotros le suena esto...

Pienso que esto que estamos haciendo es crear un rinconcito donde uno pueda hablar de sus sentimientos al respecto sin el miedo de ser juzgado y con la ilusión de ser comprendido y apoyado por gente que ha pasado por lo mismo o que tiene experiencia vital que aportar para la recuperación total.


Muchas gracias por animaros a construir entre todos este rinconcito.

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Descubriendo a Giorgio

Siempre me he preciado de saber calar a la gente. A mí el florentino me daba un poco de repelús y por eso decidí largarme de allí y no esperar a que trajera su famosa botella.

Gracias a Jessica, una lectora de mi blog, ayer supe qué habría pasado si me hubiese quedado.

Esto es lo que le pasó a Ardi, una bloggera venezolana, en Roma curiosamente también alrededor del Palatino curiosamente también sobre las cinco de la tarde:

"Cuando iba vías para el Coliseo, un ser humano relativamente atractivo me pregunta la hora. Por un momento pensé que me querían robar el reloj, la paranoia cloaquense no se supera. Pero cuando vi que el ser humano estaba vestido normal dejé la paranoia y respondí, "papa, no hablo italiano. Pero igual, son las 4:55pm". Cuando escucha mi acento criollo, el sujeto en cuestión automáticamente pregunta: "¿de dónde eres?". Dado que Venezuela es 58.456% de origen italiana, no fue ninguna sorpresa cuando el sujeto dice con un acento italiano marcadísimo "Má qui Chevere!!! Mi primo vive en Caracas." Oye, qué casualidad tan fantástica, casi demasiado bueno para ser verdad. El sujeto se emociona y me empieza a contar sobre el Avila y las empanadas de cazón que se comió en la isla de Margarita.



Me pregunta qué estoy haciendo en Roma y le cuento sobre mi reto de conocer 9 monumentos en 6 horas, me quedaba solo el Coliseo y la Piazza della Repubblica. El se muestra interesado en lo que la pobre turista venezolana le esta diciendo y me explica "yo soy estudiante de arqueología. Tengo clases en media hora, pero mientras tanto déjame mostrarte Palatino". Por un momento pensé gritar a todo pulmón "STRANGER DANGER! STRANGER DANGER!!", pero luego me doy cuenta que siempre tengo un palo atravesado y que lo mejor seria soltarme el moño un ratico. Mientras lo voy pensando el me dice, "tranquila, yo no soy un asesino". Desafortunadamente, el mamahuevo no especificó lo que era.



Vamos caminando por Roma y el becerro me va contando la historia de Roma, los datos históricos, las piedritas y las mariqueras. En un punto me dice "mejor vamos a sentarnos en la sombra un rato y así te explico mejor con el mapa". Yo me fijo en la cantidad de turistas que habían en la Sombra también, concluyo que no es el sitio ideal ni para un robo ni para una violación. Acepto. Acepto, porque soy una maldita desgraciada todo el tiempo y quiero saber cómo se siente vivir en Disney, la tierra de los finales felices. Nos sentamos y me empieza a explicar sobre el balcón del emperador en Palatino, etc., etc., etc. Mientras él habla yo estoy pensando "a la cuenta de 3 párate y sal corriendo... 1 ... 2 ... 3... Maldita sea, soy una pajua, otra vez... 1... 2... 3". Justo cuando me iba a parar corriendo, el Giorgio me dice "tengo sed, quieres algo de tomar?". Yo le digo que estoy bien. Me explica, "hay un digestivo multo buono italiano, yo puedo ir a comprarlo y lo tomamos aquí en sombra. Te parece?" ¿Alguien dijo licor? Claro papa, de haber empezado por ahí. (Muchos estarán pensando: Burundanga. Yo también lo pensé.) El ser humano maldito me dice: "espérame aquí. Yo lo compro y después nos repartimos la cuenta."




5 minutos después llega Giorgio Bafanculo con una media botella de champaña. Me explica que es un licor típico de Italia (claro) y brindamos. El me sigue explicando no se qué cojones de no sé quien y al terminar la botella me dice, "bueno, me tengo que ir. Tengo clases.” Me dice algo en italiano y entiendo que la botella cuesta 25. ¿¿25 una media botella de champaña italiana?? ¿Está loco? Pienso, "ardi, no discutas. Pana ya se va, esto te pasa por becerra". Saco un billete de 10 y le digo, "ya busco los 2 euros que me faltan." Luego el mamahuevo me dice en su maldito acento italiano de mierda, "no, no. Alora, la botella costó 7 – 3, 73." ¡¿¡¿¡¿¡¿QUUEEE?!?!?! MOJONERO DE MIERDA. No puedo pensar, estoy en shock, soy una pendeja. Lo único que se me ocurre responder es "tu no me dijiste que eso costaba tan caro". Maldito mamahuevo, sé que me estas cayendo a mojones, sé que eres un maldito italiano de mierda y que vas a ir directo al infierno. "Ardi corre... 1... 2 ... 3..." Pero en vez de salir corriendo, veo como mi mano saca el dinero del monedero y pienso "saliste ilesa carajita, al menos no te robaron el pasaporte". Evidentemente Giorgio bafanculo es un bichito, un malandro, y mi mamá siempre me dijo, "si te asaltan, dales todo!". Le di lo único que tenia en efectivo, 20€. Giorgio protestó, pero le expliqué, mostré, que no tenía más. El se hizo el amable, el que entendía y cubría el resto. MALDITO!!! OJALA SE TE CAIGA EL HUEVO DE SIFILIS Y CLAMIDIA DESGRACIADO DE MIERDA!!! Cuento hasta 3 y él se va "a sus clases", seguro iba a vender drogas a una esquina."

(Podéis leer la entrada entera aquí)

Así que tenía razón cuando me parecía que su discurso estaba demasiado aprendido y había acertado cuando le pregunté que cuánto iba a cobrarme por la explicación y también adiviné su modus operandi (el timo con el precio de la botella).

Ojalá hubiera visto su cara al llegar con su botella de 2€ y ver que se le había escapado la presa...

Y lo cierto es que creo que, entre que mi sentido arácnido me decía que ese chico daba mala espina y que gracias a mi apatía sentimental no fantasée con ningún tipo de final romántico entre nosotros, no dejé que su atractivo físico me nublara la razón.

¡¡Al final resulta que hasta el mal de amores es algo bueno!!

Giorgio, por si algún día me lees, tienes la suerte de que en Roma haya menos policía que público en un concierto de Albano, pero el día que vuelva por Roma voy a darme un paseo por el Palatino alrededor de las cinco de la tarde (que se ve que es tu hora de "trabajar") y de parte de Ardi y mía intentaré que se te quiten las ganas de timar a las chicas extranjeras que viajan solas por Italia.

25

Día 4 (segunda parte)

Giorgio era bastante guapo. Tenía 34 años y era delgado, no muy alto, muy moreno de piel y de pelo y tenía unos preciosos ojos de color verde. La nariz fina y la boca muy bonita, de labios gruesos y marcados.

Empecé a sopesar las diferentes probabilidades que había y encontré tres:

a) Giorgio era simplemente un hospitalario florentino (porque me contó que era de Florencia aunque llevaba viviendo en Roma un año por sus estudios) que quería pasar el rato contándole cosas interesantes a una pobre chica turista que viajaba sola.

b) Giorgio quería tirarme los trastos y ligar conmigo.

c) Giorgio era algún tipo de timador como el de la cámara de la Fontana di Trevi que, cuando menos me lo esperara yo, me intentaría sacar dinero.

d) Giorgio era un piscópata asesino embaucador de chicas turistas a las que secuestraba en su motocicleta y después mataba sádicamente.

Vale, descartada la opción d) por estar en un sitio transitado a plena luz del día, me quedé con las otras tres.

Así que mientras nos sentábamos, le dije alegremente: "¿Cuánto va a costarme esto?". Él se giró y me miró.

- ¡Nada! ¡Niente! Nothing! Lo hago porque me pareces una chica simpática y yo tengo un rato libre. Además, me caen bien los españoles. Como te decía antes, mi tío vive en Granada y he estado allí cinco veces, es una ciudad preciosa. Como Barcelona, qué espectacular Gaudí...

Seguía hablando rapidísimo, casi todo en inglés. Me contó que Italia no debía ser conocida sólo por la pasta, sino que tenían excelentes pescados y excelentes vinos.

Nos sentamos y saqué el mapa. Yo no podría decir que estuviera tranquila y relajada. Me daba cuenta de que estaba un poco a la expectativa, en tensión. Él empezó a contarme a toda prisa acerca del Panteón, de la Fontana di Trevi, me iba haciendo preguntas y cuando yo respondía bien, él exclamaba un "bravissima!!".

Estaba empezando a descartar la opción c) cuando me dijo algo que me descolocó:

- La verdad es que tengo bastante sed - Yo pensé: "ahora es cuando me dice de ir a tomar un café y la opción correcta era la b)" - ¿Qué te parecería si cojo un momento la moto y voy a por un vino de aperitivo? No tardaré ni dos minutos.

- Ah, vale - dije yo un poco extrañada por la parafernalia de coger la moto para ir a por una botella de vino (¿no se puede beber agua?) para veinte minutos que supuestamente le quedaban antes de irse a la universidad.

Él se levantó y añadió algo que aún me descolocó más:

- Una cosa, en Italia, supongo que como en España, cuando yo quedo con mis amigos para cenar, unos pagan la bebida y otros el carbonara. Quiero decir que voy a por la botella y luego pagamos mitad y mitad, ¿ok?

Aquello me dejó fuera de juego. No es que me importara pagar pero, ¿por qué iba yo a querer pagar a medias una botella que él se empeñaba en ir a comprar? Me pareció un poco raro y, definitivamente, descartaba la opción de que quisiera ligar conmigo.

- Bueno, vale - le contesté - pero tampoco vas a comprar una botella de un millón de euros, ¿no?

No lo dije por el precio de la botella, sino porque intuí que tal vez ahí estuviera el "timo de la estampita": él se ofrecía a contarme cosas de Roma, luego iba a por algo de beber que le costaba 2 € y me decía que le había costado 20€ y vete tú a saber qué intentaría sacarme después.

Yo siempre he sido muy confiada, así que he tenido que forzarme a pensar lo de "malpiensa y acertarás" y claro, estaba en Roma, donde a cada dos pasos había alguien intentando sacarme dinero: el pakistaní de las rosas que insistía e insistía y hasta te las metía entre los brazos, el indio de la Polaroid, el del puestecito que intentó soplarme 25€ por un rosario para mi abuela y acabé comprándolo por 6€, el de la recogida de firmas para la lucha contra la drogadicción que resultó querer al menos 5€ de donativo, por no hablar de los incontables mendigos... En definitiva, desde mi primer día allí me di cuenta de que todo el mundo quiere algo, sólo que unos son descarados y pesados y otros sutiles.

Además, se unía al hecho de que yo estaba sola. Parecerá un cliché, pero yo era una chica, sola y extranjera: un blanco perfecto.

Me sentí intranquila e incómoda. Mi cerebro barajaba cientos de posibilidades. Me debatía entre quedarme, poner un poco de riesgo en mi vida e irme. ¿Y si cuando volviese lo hacía acompañado? ¿Quién era el tipo que estaba durmiendo en la hierba justo a nuestro lado? ¿Realmente querría dinero? Porque la verdad es que si hubiese ido a las claras, tal vez le habría dado dinero sin problema. Pero ese discurso tan rápido, tan mecánico, ¿tan aprendido? Simplemente no parecía espontáneo. Y total, si sólo le quedaban diez minutos antes de irse...

Pensé en llamar a alguien que aportara algo de sensatez, tanto para decirme que estaba siendo una paranoica, como para decirme que echara a correr, pero después de la entrada que había escrito (con el móvil) esa mañana, no se me ocurrió a quien llamar, ya que mi madre no contaba, estaba claro que ella habría dicho: "¡¡¡¡¡¡correeeeeeeeeeee!!!!!"

En fin, barajando posibilidades estaba cuando caí en la cuenta de que sólo tenía un billete de 50€ y algunas monedas. De ninguna de las formas le daría un billete de 50€ para que fuera a por cambio, ¿qué debía hacer?

Decidí que mientras elegía qué hacer lo primero era conseguir cambio y me encaminé a un bar cercano para, de paso, comer algo ya que no lo había hecho desde el desayuno.

Una vez que tuve cambio, descubrí a mi lado salvaje diciéndome que me arriesgara, no ya por la explicación de Roma, sino por la morbosa curiosidad de saber de qué iba todo aquello. Me metí en el cuarto de baño (y esto es verídico) y dejé 10€ en la cartera y escondí el resto de billetes en mi ropa interior.

Pero me miré al espejo y pensé: "¿Qué haces, Lorena? Si no lo tienes claro, no te arriesgues". Decidí entonces poner en una balanza qué podía ganar y qué podía perder. Podía ganar una explicación experta de Roma (aunque ya sabía la mayoría de las cosas que me contaba por mi audiguía) por parte alguien agradable. O podía perder dinero y pasar un muy mal rato si la cosa se ponía fea de verdad.

La decisión estaba clara. Salí temerosa por la puerta del bar donde, a lo lejos, veía los papeles de los periódicos volar por la ladera donde nos habíamos sentado. Ni rastro de Giorgio, así que apretando el paso me alejé del Circo Massimo y, por ende, de Giorgio para siempre.

Supongo que nunca sabré cuáles eran sus verdaderas intenciones, pero simplemente (y lo digo orgullosa) preferí no arriesgarme.

El resto de mi última tarde pasó un poco sin pena ni gloria, ya que me había entretenido demasiado y me habían cerrado San Pietro in Vincoli (sí, me perdí el Moisés de Miguel Ángel que además me había recomendado Giorgio) y también Santa Maria Maggiore.

Estaba caminando decidiendo dónde cenar cuando me encontré con una pareja que eran españoles y fuimos andando los tres hacia Piazza Navona, que es donde querían cenar ellos. Sopesé la idea de acoplarme, pero decidí que yo no quería llegar hasta tan lejos para cenar y acabé separándome y cenando en un restaurante para darle una segunda oportunidad a mis adorados espaguetis a la carbonara. Estaban mucho mejor que los otros, pero decepcionantes también, la verdad.

Después de eso me fui al hotel con la intención de intentar conectarme a internet y hacerme la maleta, ya que tenía que levantarme temprano.

Intentando conectar estaba cuando apareción de nuevo Joe, quien decidió sentarse a mi lado a tomarse un Capuccino y contarme qué tal había ido su día.

Yo estaba cansada y con ganas de hacerme la maleta y acostarme pronto porque tenía que levantarme a las siete de la mañana y allí estaba Joe, pesadito, no captando las indirectas, enseñándome las decenas fotos todas muy parecidas que había hecho con su móvil a Central Park, a la playa donde vivía, a sí mismo en la playa y con bañador...

Me pidió mi número de teléfono y me dio el suyo, lamentando que hubiésemos coincidido justo el último día ya que podríamos haber salido por ahí. Añadió que tal vez yo le diera ahora un motivo para visitar España...

El teléfono que le di era falso.

Subí, hice la maleta y me acosté. A la mañana siguiente me subiría en un avión para volver a España y dejar atrás esa preciosa ciudad y la experiencia de haber viajado sola por primera vez.


(mañana el desenlace de Giorgio...)

18

Día 4 (primera parte)

La mañana del cuarto día amaneció gris. No en el cielo, pero sí en mi estado de ánimo. Aún resentida por ese descubrimiento del día anterior, remoloneé en la cama y en mi autocompasión durante un rato.

Cuando me pareció que ya era suficiente, me di mentalmente un par de palmaditas en los mofletes y decidí levantarme para meterme de cabeza en la (minúscula) ducha de mi habitación y preparame para salir.

Todo lo que para mí era prioritario visitar: Coliseo, Panteón, Capilla Sixtina, Piazza Navona, Basílica de San Pedro, etc. estaba ya visto, así que no tenía un itinerario predeterminado. Decidí ir a ver el Circo Massimo, acercarme después a la Bocca della Verità (a ver si a la tercera iba la vencida y conseguía verla abierta) y después básicamente improvisar.

Antes de marcharme, bajé con el portátil a recepción para intentar conectarme a internet y dar señales de vida, con el mismo éxito que la noche anterior. Al preguntarle a la susceptible recepcionista por el tema, un hombre con acento americano, se me acercó y me preguntó por la conexión. Le conté lo que sabía, que el técnico estaba avisado y que esperaban tenerlo reparado en breve.

Se me sentó al lado y se puso a contarme que era italo-americano, "de Nueva York", me dijo con evidente orgullo. Se llamaba Joe y estaba de visita en Italia porque su madre era italiana y hasta el día de su muerte viajaba una vez al año a su país de origen. Él nunca había estado al otro lado del charco, pero había decidido que lo necesitaba. Me preguntó si yo estaba sola y le dije que sí, arrepintiéndome al instante porque imaginaba lo que vendría después. Efectivamente, me ofreció que pasáramos el día juntos. No es que su compañía no fuese agradable, pero no parecía que aquel hombre bajito, con un inglés a veces peor que el mío, lleno de tatuajes de Harley Davidson y de joyas de oro y yo tuviésemos mucho en común y decidí que prefería pasar el día sola yendo a la mía. Rechacé su ofrecimiento cortesmente y le sugerí una ruta para su primer día en Roma, sintiendo que de alguna forma yo continuaba con el legado de la entrañable Victoria.

Cogí el metro hasta el Circo y me acerqué a esa monumental explanada de... nada... que hay allí. El relato de mi audioguía hablaba de que es el recinto deportivo más grande que se ha construido, con capacidad para 300.000 personas. La lástima es que hoy en día tienes que imaginarte esa grandeza porque, a pesar de que se sospecha que las ruinas originales están debajo de ese montón de tierra, sólo hay precisamente eso, tierra y hierbajos (a eso no se le puede llamar césped). Me sorprendió sobremanera que no haya excavaciones arqueológicas para desenterrarlo.

Cuando finalizó la explicación, fui bordeando el Circo Massimo en dirección a la Bocca della Verità cuando, de repente de entre dos coches, aparece un chico joven y me pregunta la hora en inglés.

Le contesto en "italiano" (sí, lo pongo entre comillas) que son las cinco y entonces me dice en castellano: "Ahhh, ¿eres española?" (confirmando la necesidad de las mencionadas comillas). "¡Creía que eras inglesa!"- añade.

Casi como un acto reflejo me quité las gafas de sol para que viera mis ojos marrones, que junto con mi pelo oscuro y rizado no debería dejar lugar a la duda sobre mi procedencia y exclamé ofendida en español: "¿¿¿Cómo voy a ser inglesa???". A él pareció hacerle gracia porque empezó a reírse con ganas.

"¿Cómo te llamas?" - me preguntó. Su nombre era Giorgio, me informó mientras me daba dos besos, y muy deprisa me dijo que era arqueólogo y que estaba haciendo un postgrado en la universidad. Me contó que su tío vive en Granada y que es una ciudad preciosa. Hablaba increíblemente rápido, casi como si se lo tuviese aprendido y lo dijera mecánicamente.

Me preguntó si estaba sola y le dije que sí. Me arrepentí al instante, pero él titubeó por un momento y yo lo aproveché para escaquearme diciéndole que encantada de conocerle y que me iba a ver la Bocca della Verità. Asintió y se despidió de mí.

Cuando llegué hasta la iglesia de Santa Maria in Cosmedin, la cola para la Bocca della Verità daba la vuelta a la esquina. Decidí en ese momento que si no había hecho cola para ver la Capilla Sixtina, no iba a hacerla para meter la mano dentro de la piedra (verla ya la había visto desde fuera e incluso le había hecho fotos).

Di media vuelta y decidí volver al metro a decidir qué vería a continuación.

Al llegar a una esquina frente al Circo Massimo, oí mi nombre y al girarme, me topé con Giorgio aparcando su motocicleta. "¿Ya la has visto?" - me preguntó indicando con la cabeza en dirección a la iglesia. Le conté que había mucha gente y que no tenía ganas de esperar. "No te pierdes gran cosa" me dijo en inglés.

Se me acercó y me preguntó si me daba miedo la moto. No entendía muy bien a qué se refería, así que le dije que no.

Entonces me dijo: "Estupendo, pues mira, yo tengo algo más de treinta minutos hasta la hora en la que he quedado con mis compañeros en la universidad, te dejo mi casco, nos montamos en mi moto y nos subimos allí arriba" - señalando la colina del Aventino - "y como desde allí se ve toda Roma, si quieres, te voy señalando los puntos más importantes y contándonte sus historias".

Stop. Vamos a ver. Subir en moto. Desconocido. Arqueólogo en la ciudad con más monumentos del mundo. Qué casualidad. Desconocido. Moto. Colina apartada. Todos intentan sacarte la pasta en Roma. ¿Cuántas posibilidades hay de conocer a un arqueólogo fortuitamente?. ¿Timo?. ¿Peligro?. Desconocido. Moto. Colina. No. Definitivamente no.

- No, gracias - le respondí - prefiero no subir en moto con desconocidos.

- Pero yo soy una buena persona - exclamó él casi divertido.

- No lo dudo, pero no te conozco y no voy a subirme en tu moto - dije zanjando la conversación con una amplia sonrisa en mi cara que no daba cabida al debate.

- Ok, lo entiendo, hágamos otra cosa - me dijo medio en inglés, medio en italiano, medio en castellano - ¿ves esa explanada de allí? Me voy a acercar con la moto, allí nos vemos y con el mapa, aunque no será lo mismo, te lo explico todo.


La explanada era un lateral del Circo Massimo. Sopesé la situación y vi que era una zona transitada, por lo que entendí que a plena luz del día no debería haber ningún peligro.

Me encaminé haci allí y cuando llegué ya estaba Giorgio esperándome con unos periódicos que servirían como asientos improvisados.

Me quedé mirándole intentando sopesar si podría distinguir a una persona con malas intenciones de una con buenas. Llegué a la conclusión de que no...



(mañana la continuación ☺)

37

No estaba borracho, cariño, tengo el alelo 334

Me hago eco de una noticia publicada en El País el pasado 3 de Septiembre y que ya había leído en el número de Agosto de la revista Muy Interesante: el alelo 334 parece estar directamente ligado con la infidelidad.

Resulta que este alelo, receptor de la vasopresina (una hormana segregada de manera natural por ejemplo en los orgasmos), está presente según un estudio realizado por el Instituto Karolinska sueco en 2 de cada 5 varones. Lo diré de otra manera, el 40% de los hombres lo tiene y resulta que según el estudio que se practicó en 1.100 personas heterosexuales (550 varones gemelos y sus mujeres), los que tienen una o dos copias de este gen afirman tener más tendencia a la infidelidad, así como tener lazos afectivos menos profundos con sus parejas. Del mismo modo, las esposas de este 40% aseguran sentirse insatisfechas (las que estaban casadas con alguno con dos copias afirmaban estar muy insatisfechas y sus crisis de pareja habían sido más numerosas y profundas).

Para más inri, el estudio no ha profundizado en el caso contrario, en el alelo en las mujeres, ya que al parecer la vasopresina no afecta del mismo modo al cerebro femenino.

En definitiva, parece demostrado entonces aquello de que "el hombre está programado genéticamente para la infidelidad".

PERO ¿significa eso que ahora la excusa ya no será "estaba borracho" sino que será "es que... tengo el alelo, ¿sabes?"? No. Este gen demuestra una tendencia, pero al final las personas (hombres y mujeres) siempre tenemos la última palabra sobre nuestros actos.

Lo que sí que nos ayuda (al menos a mí) es a comprender mejor ciertas cosas. Yo tenía una amiga, cuyo novio le había sido infiel en numerosas ocasiones, que me dijo: "el problema es que ellos pueden estar enamorados de nosotras y, aún así, sernos infieles en un momento dado, mientras que nosotras, si somos infieles, es porque no amamos".

Obviamente esto será una generalización, pero a mí se me quedó grabado a fuego. Porque sí, yo he sido infiel. Y analizando mi propio caso, es cierto que no estaba enamorada de mi pareja y debí haber finalizado esa relación.

Yo me digo mucho: "conócete y témete", entiende cómo trabaja tu cerebro, qué trampas te pone y ponle remedio. Por eso mismo, aunque el alelo no es excusa, sí aclara ciertos aspectos y a mí por lo menos me quita un peso de encima que esté científicamente demostrado esto que siempre fue vox populi, de este modo tal vez dentro de un tiempo se pueda trabajar en ello, bien con un análisis genético que le permita a cada varón ser consciente de sus puntos débiles para reforzar la química con psicología o ¿quién sabe? ¡tal vez inventen una pastilla!

Sería bueno saber si tu pareja tiene el alelo para ser conscientes de que hay una barrera y poder trabajar juntos para superarla... ¿no?

¿Y vosotros? ¿Habéis sido infieles? ¡Se abre nueva encuesta!

23

Día 3

El tercer día me levanté temprano, aunque como me había pasado gran parte de la tarde (o toda entera) durmiendo, me costó conciliar el sueño de noche. Mi cuerpo llevaba un descontrol de horarios impresionante.

Esta vez, aprendida la lección, desayuné como si no hubiera un mañana y, gorra en mano, vaporizador y abanico (¡gracias por el consejo Víctor!) me fui hacia Musei Vaticani.

Tal y como esperaba no hice n-a-d-a de cola, ni un minuto. Había gente, pero entrábamos sin amontonarnos en ningún momento. La entrada, de 15€, tampoco está incluida en el Roma Pass. Me quedé con la boca abierta cuando vi a uno de los que vendían las entradas guardar un grosísimo fajo de billetes de 50€. Con ese dinero, recaudado en unas horas, comerían varias familias durante varios meses...

Como mi audioguía sospechosamente no tenía ninguna entrada para el interior de los museos del Vaticano, decidí coger una propia de allí, 7 € más para las arcas del Papa.

Estaba impresionada con la riqueza en patrimonio que hay allí. Vi casi todos museos, menos el filatélico y el numismático (que eso no me va mucho) y yo vagaba por los pasillos no sabiendo si admirar el suelo, las paredes con sus obras de arte o las bóvedas y techos, a cada cual más espectacular. Mientras recorría los museos, pensaba en que un experto en arte se pasaría años allí estudiando cada rincón de ese descomunal edificio.

Por supuesto que me impresionó la Capilla Sixtina, pero he de reconocer que lamenté no saber más de arte, para entender porqué la Capilla (que, insisto, es impresionante) está tan considerada a diferencia, por ejemplo, de las Stanze de Rafaello. Es decir, no sé decir la diferencia (aparte del tamaño) entre todo lo que pintó Rafaello en esas paredes y lo que pintó Miguel Ángel.

Tal vez si hubiese sabido porqué Miguel Ángel hizo cada cosa que hizo en esa obra de arte... Pero la audioguía que "alquilé" era malísima, súper aburrida y no aguanté las 7 pistas que había sobre la Capilla Sixtina contadas con esa voz tan monótona y sobre un discurso tan poco entretenido.

Me han dicho que la gente hace normalmente cola para entrar en los museos y después cola para entrar en la Capilla Sixtina y que, una vez dentro, te dejan muy poco tiempo para verla. No fue mi caso, no hice cola y además me senté en uno de los laterales que están habilitados para ello para contemplar esa maravilla con detenimiento.



En teoría no se pueden hacer fotos ni grabar vídeos. En la práctica todo el mundo lo hace, por lo que decidí no ser menos (sólo que la foto la saqué con disimulo y me salió un poco torcida :S).





Una vez admirado todo aquello, me dirigí a la Basílica de San Pedro.


Fijaos en el tamaño de las personas que están en la entrada de la basílica en comparación con las columnas...


Tengo que decir que al final la basílica es lo que más me ha impresionado de cuanto he visto. No podría decir que es impresionante porque me estaría quedando corta. La admiré con la boca abierta. La lástima es que me estaba quedando sin batería, por lo que no pude hacer muchas fotos.



Me dejaron sin habla La Pietà, por supuesto (que tuve que grabar en vídeo porque está protegida por cristal y se veía el flash si sacaba foto) y, como no, la impresionante cúpula de Miguel Ángel, que si no me equivoco, está a más de 130 metros de altura. Y no lo parece, parece liviana y suspendida en el aire. Madre mía, qué genio era Miguel Ángel.

Y también el baldaquino de Bernini, con 14 metros de alto, que está debajo de la cúpula y encima de la necrópolis donde están los supuestos restos de San Pedro (al parecer esto se está discutiendo recientemente).

En definitiva, uno se siente empequeñecido allí dentro y no me cabe duda de que esa era precisamente la intención.

Me marché reticentemente y con la sensación de que pocas cosas hechas por el hombre podrían impactarme más que aquello...

Paseando por Via della Conciliazione, fui a dar con el Castel Sant'Angelo. Cuentan que en medio de la gran peste que asoló Roma, Gregorio I vio en lo alto del castillo a un ángel, a San Miguel, envainando la espada, lo que se interpretó como el fin de la epidemia.

Seguí paseando, porque en verdad iba paseando, y me dirigí a Piazza Navona. Me encantó el ambiente bohemio de la plaza. Yo andaba un poco triste por aquello de la soledad, pero un gelatto riquísimo entre el gentío sirvió para levantarme el ánimo!



De allí me fui a ver el Panteón. Sé que suena repetitivo, pero es que no se me ocurre otra palabra aparte de "impresionante". ¡Está magníficamente conservado! Es increíble que una sola ciudad posea tanto patrimonio artístico. Entré dentro y me quedé maravillada también con la cúpula. Si bien es cierto que la basílica de San Pedro es impactante, hay que recordar que se construyó en el siglo XVI, mientras que el Panteón se construyó más de un siglo antes del nacimiento de Cristo!! No puedo describir qué sentí estando de pie delante de un edificio construido hacía más de 2.000 años y que todavía se conserva allí, imponente.



Había decidido ir a cenar al Trastevere, así que me encaminé hacia allí, pasando primero por Bocca della Verità de nuevo, sólo para comprobar que volvía a estar cerrada...

Fui a visitar la iglesia de Santa Maria del Trastevere y me quedé horrorizada por su aspecto exterior, ¡qué fachada tan fea! Sin embargo dentro es una preciosa iglesia con una preciosa bóveda.

Como aún era pronto, decidí ir a tomar una copa antes de cenar. Me tomé una caipirinha que yo no sé qué llevaba, pero fui haciendo eses un buen rato! Intenté encontrar una tratoría que me habían recomendado pero, o bien por el alcohol o bien porque la han cerrado, no logré encontrarla. Acabé cenando en un restaurante asiático, no todo iba a ser pasta y pizza, ¿no?

Tras la cena me fui hacia el metro más cercano (que estaba a pateo y medio del Trastevere) y con suerte pude pillar el último (en Roma el metro sólo circula hasta las 23:30h) para volver al hotel. Estaba simplemente agotada.

Intenté conectarme a Internet con el resultado por todos sabido y me fui a dormir arrastrando los pies. Al día siguiente no haría muchas fotos (casi lo había visto todo) pero me sucedería la anécdota más rara de toda mi estancia en Roma...

80

Top 10 de topicazos románticos que NUNCA me han hecho

Últimamente he estado "bastante" en contacto con un ex-novio mío. Charlando sobre algunos momentos graciosos que pasamos, recordé que una vez le dije que nunca me habían enviado un ramo de flores al trabajo.

Yo soy bastante romántica, pero no "empalagosa" sino en el sentido de tener detalles, de buscar la magia, sin embargo no me emocionan las exhibiciones públicas de romanticismo (de cariño sí, que conste) en plan mariachis en un restaurante, o la típica americanada del videomarcador con el "¿quieres casarte conmigo?".

Así que en su momento le conté al por entonces mi novio que me moriría de vergüenza si me tocase salir a la puerta de la oficina a recoger un ramo de flores y que todo el mundo dijese el típico "ohhhh" y preguntasen "¿quién te lo envía? ¿¿¿quién te lo envía???". No me gusta ser el centro de atención, supongo.

¿Qué hizo él? Efectivamente, el muy canalla me envió a la semana siguiente un ramo de rosas al trabajo. Me pasa por hablar. Al final reconozco que me partí de la risa cuando vi el ramo y cuando luego le llamé por teléfono y él descolgó desternillándose sólo imaginando mi cara...

Y recordando eso, se me ha ocurrido hacer esta lista de topicazos románticos que NUNCA me han hecho:


1.- Nunca me han dedicado una canción por la radio. Yo sí lo he hecho... ¡qué vergüenza me da ahora acordarme, jajaja!

2.- Nunca han venido corriendo bajo la lluvia con un ramo de flores. Qué bonito queda en las pelis, eh?

3.- Nunca me han preparado una cena sorpresa tipo picnic con velas. Me han preparado cenas sorpresa y cenas con velas, pero nunca me han llevado a algún sitio sin decirme nada y donde hubiesen preparado algo así.

4.- Nunca han venido a esperarme a mi llegada al aeropuerto. Cojo 40 vuelos al año y siempre me quedo mirando embobada esos reencuentros de los demás...

5.- Nunca me han regalado bombones por San Valentín. Al parecer inspiro más bien tecnología, de eso me han regalado mucho!

6.- Nunca me han organizado una fiesta sorpresa. Y eso que yo he organizado tres... uhmmm...

7.- Nunca han venido a mi casa a rondarme. En mayo, al menos en mi ciudad, las tunas todavía van los sábados a tocar para las chicas. Me encanta esa tradición, pero a mí no me han rondado nunca.

8.- Nunca me han organizado un viaje sorpresa. ¡Con lo que me gustaría esto a mí! Al contrario, siempre suelo ser yo la promotora de viajes y escapadas. Pero daría cualquier cosa (o casi) por que alguien me organizara algo sin decirme nada y simplemente me llevara por ahí, ainsss...

9.- Nunca se han peleado por mí (ésta me parece bien). Bueno... quitando aquella vez en el cole que Fran estaba celoso de lo bien que me llevaba con uno del equipo de voley y... pero eso no cuenta!! Jajaja!

10.- Nunca me han metido un anillo de compromiso en una copa de cava. Claro que... tampoco habría querido que (casi) ninguno de mis ex lo hiciera... De otro modo este blog no tendría sentido!!


¿Y a vosotros? ¿Os gusta ser románticos? ¿Qué cosas románticas han hecho o no han hecho por vosotros?

50

Hoy hace un año

Hoy hace un año exacto que me hice polvo el dedo. Me acuerdo del día exacto porque hoy es el cumpleaños de alguien que fue importante en mi vida. En aquel momento sólo pude hacer un ínfimo resumen de lo que pasó, pero hoy quiero contarlo con detalle (y esto es un aviso para las personas susceptibles!).

Era sábado por la mañana y salí a pasear con Monsoon. Fuimos al parque y mientras ella corría por el césped, recuerdo haber pensado que era un día estupendo, que las cosas estaban bastante bien, que estaba muy tranquila... Tanto que me había olvidado el móvil en casa de mis padres.

Al terminar el paseo, fui a mi piso y me quise dedicar a cortar guindillas de mi guindillera. Cogí una de las tumbonas que tengo en la terraza, de esas plegables, y la arrastré hasta donde estaba para poder cortar las numerosas guindillas sin necesidad de estar agachada.

Me puse los guantes de jardinería, con protector de goma en la palma y los dedos, y me senté en el borde, donde se apoyan los pies, y no reparé en que las patas plegables no estaban abiertas del todo, así que la tumbona vaciló un momento y sentí que me caía. Instintivamente no se me ocurrió nada mejor que intentar aferrar la pata con la mano derecha. Obviamente no había nada que pudiese hacer, por lo que las patas se plegaron bajo mi peso, atrapando en el cierre mi dedo anular.

Sentí una cizalla y un dolor muy intenso y supe que me había hecho algo serio, que el pellizco no había sido para nada superficial. Dejé caer el cuenco con las guindillas, que se partió en mil pedazos y, aún no sé con qué sangre fría, me levanté y abrí la pata de la tumbona con la mano izquierda, en lugar de pegar tirón para sacar mi dedo de allí.

Fui al comedor donde estaba mi bolso para coger el móvil sólo para darme cuenta de que no estaba allí. Así que pensé: "Muy bien, hay que hacer evaluación de daños". Levanté la mano derecha, que hasta ese momento había estado sujeta por mi mano izquierda y constaté que el guante se estaba empapando de sangre. Tenía miedo de retirar el guante, tenía miedo de lo que habría debajo. El dolor era tan intenso que se irradiaba hasta el codo y tan intenso que no me permitía sentir con exactitud qué me había hecho.

Retiré el guante poco a poco sin dejar de repetir en mi cabeza "mierda, mierda, mierda". Estaba lleno de sangre y mientras terminaba de retirarlo algo se clavó en la carne. Era mi uña, muy lejos de su sitio natural. Cuando por fin saqué del todo el guante me impresionó lo que vi, la yema de mi dedo estaba abierta en dos, como la lengua viperina de una serpiente. Se veía el suelo a través de mi dedo. La uña estaba cerca del nudillo, donde me la había clavado.

Sabía que necesitaba ayuda, así que con la mano izquierda recogí mi maltrecha mano derecha, haciendo una especie de cuenco para intentar evitar que la sangre siguiera cayendo al suelo. Fui a casa de mi vecina, a la que apenas había visto 5 veces y cuando abrió la puerta y me vio la mano, chorreando de sangre por encima de mi ropa, se quedó blanca. Le pedí un teléfono y fue corriendo hacia el interior de la casa. Salió con un móvil y le dije el número que necesitaba que marcara, el de casa de mis padres. Me puso el teléfono en la oreja y cuando mi padre descolgó sólo atiné a decirle: "Papá, ven corriendo, me he destrozado el dedo".

Mi vecina, la pobre, cogió papel absorbente y empezó a limpiar la sangre que había caído en el rellano e incluso vino conmigo a mi casa y limpió la de la entrada, que Monsoon se empeñaba en olisquear y lamer. Me dio más papel y me envolví con cuidado la mano en él. Me preguntó si podía hacer algo más por mí. Tenía la cara desencajada de la impresión, y le dije que no, que muchas gracias.

Cuando me quedé sola en el piso, la adrenalina corría por mis venas con fuerza y me movía de un lado al otro sin parar. Pensaba "esto no se puede arreglar", no me imaginaba cómo iban a juntarme los dos trozos de dedo y estaba convencida de que me iban a cortar la punta del dedo. Es increíble cómo funciona el cerebro. En ese momento de pánico, recuerdo haber pensado: "¿se podrá escribir bien en el ordenador sin un trozo de dedo?"

Decidí bajar, no hacía nada allí en mi piso y así adelantaría. A lo lejos vi llegar a mi padre ¡andando! con una bolsa de plástico que más adelante sabría que contenía Reflex, vendas, betadine... Lo primero que mi padre pensó en coger cuando oyó a su hija decir "me he destrozado el dedo". Corrí a su encuentro mientras le decía: "nooo, nooo, ¡¡¡en coche!!! ¡¡¡Tenemos que ir al hospital!!!".

Mi padre me cogió por los brazos y me dijo: "Lorena, tranquilízate, tu madre viene ahora con el coche, pero para adelantar he venido yo primero andando" (por increíble que parezca, mi piso está a menos tiempo andando que en coche de casa de mis padres). "Dime ¿qué te ha pasado?". Me derrumbé. Había aguantado bien mientras estuve sola, pero ahora que habían llegado mis padres, los refuerzos, sentí cómo me entregaba a él, como si volviese a ser una niña que se cae y espera que su padre la levante y la lleve en brazos.

Comencé a llorar y a hipar. Sólo podía decir: "me van a cortar el dedo, me van a cortar el dedo". Mi padre me abrazaba y me decía que no me preocupase, que eso no iba a pasar. "Tú no lo has vistoooo" gemía yo, con la mano todavía envuelta en muchas capas de papel absorbente. Apareció mi madre con el coche y mi padre le dijo que se sentara detrás conmigo mientras él conduciría.

Mi madre me abrazó en el asiento trasero del coche y me preguntó qué había pasado. Como pude le expliqué cómo me lo había hecho y cómo había visto mi dedo abierto en dos trozos. "Tranquila, tranquila, claro que te lo van a arreglar, ya lo verás" me decía mientras mesaba mi pelo. Yo lloraba e hipaba como una cría. Puede que no sea nada grave comparado con las barbaridades que sé que se ha hecho la gente, pero para mí era muy grave. Ni siquiera me habían puesto puntos antes y estaba absolutamente convencida de que me cortarían la punta del dedo.

Llegamos al hospital, mi padre nos dejó en urgencias mientras iba a aparcar y mi madre y yo bajamos. Tal y como entramos por la puerta, la recepcionista me hizo pasar corriendo (la sangre ya había empapado el papel), pero no dejó entrar a mi madre, que se quedó con mi bolso rellenando el papeleo.

Entré en un box con dos doctores, un hombre y una mujer, y me tumbé en la camilla. Yo seguía llorando aunque en silencio mientras me quitaban el papel. La doctora me preguntó con voz dulce que cómo me había hecho ese destrozo. Se lo expliqué como pude y entonces me preguntó que porqué lloraba. Le dije que no quería que me cortaran el dedo y me dijo que no me preocupara, que no me lo cortarían. "No te voy a mentir" me dijo, "te quedará una fea cicatriz porque te has hecho un bonito desastre, pero tranquila que no habrá que cortar".

No puedo describir el alivio que sentí. De repente dejé de llorar y me relajé. Ellos debatían la forma de afrontarlo y les oí hablar de mi (inexistente) uña, del lecho ungueal, de cómo coser... Cuando al parecer ya lo tuvieron claro, vino una enfermera y se prepararon. Yo lo dudé por un instante, pero decidí que era mi dedo y que debía hacer lo que fuera para que quedara lo mejor posible. Arriesgándome a que el médico se molestara, le dije: "Disculpe, cósamelo con cariño, ¿vale?". El doctor se rió y me dijo: "Tranquila, te voy a poner anestesia, no te va a doler nada". "Ya" - respondí yo - "me refiero a que me cosa como se lo cosería a alguien a quien le tuviera mucho cariño. Usted no me conoce, pero le aseguro que soy buena persona...". Le oí reírse con ganas y me dijo que podía contar con ello.

Me pincharon la anestesia y, aunque el pinchazo dolió, el alivio fue inmediato. Me sentí de maravilla al desaparecer ese intenso dolor que sentía desde el dedo hasta el codo.

Empezaron a coser y se estuvieron un buen rato. Tanto que le dije que me hiciera un corazoncito de punto de cruz, ya que estaba en ello. El médico me dijo alegre que yo tenía mucho sentido del humor dadas las circunstancias. Le contesté que era gracias a su anestesia.

Les costó mucho terminar el trabajo. Sobre todo porque sangraba mucho y tenían que estar constantemente limpiando la zona con suero. Además, decidieron no coserme la parte superior, para no modificar el lecho ungueal y permitir así que la nueva uña saliera y creciera sin problemas, aunque me dijeron que probablemente quedaría mal, de modo que intentaban cerrar el corte con tiras de sutura que no se pegaban por la sangre.

Nadie me supo decir cuántos puntos me pusieron, pero cuando ya creía que habíamos acabado, me dijeron que tenía que ir a radiología, porque sospechaban por mi herida que tenía también la punta del hueso aplastada. Efectivamente así fue, de modo que me hizo falta una cérula (y posteriormente una ortesis también ).

Remendada, vendada hasta mitad antebrazo y agotada, me pude por fin marchar a casa. Un año después tengo que decir que el trabajo de confección del médico que me atendió fue estupendo. Me cosió de maravilla y, quitando lo mal que lo pasé cuando me tuvieron que retirar los puntos, se me ha quedado el dedo estupendamente y la uña como si nada hubiese pasado. Le estoy muy agradecida.

Así que esto es lo que pasó aquel fatídico sábado que había empezado siendo tan maravilloso. Y es también un homenaje a los padres, amantes, preocupados e incondicionales. No importa el tiempo que pase y lo mayores que nos hagamos, siempre están ahí y siempre son tus padres, a los que te puedes encomendar cuando las cosas van mal. Aguanté la coyuntura bastante entera, hasta que llegaron ellos, los refuerzos, el apoyo, el séptimo de caballería... Gracias papá y mamá...

Si queréis ver el antes y el después, pinchad en el link, pero aviso de que no son agradables..:

antes 1

antes 2

después 1

después 2

P.D.: Acabo de leer que ETA ha anunciado un alto al fuego (ver noticia aquí). Espero que esta vez sea la buena y el 5 de septiembre de 2011 podamos escribir sobre el aniversario del fin de la violencia en el País Vasco.


24

Switching off

Yo no sé si ha sido mi viaje a Roma, el ver las cosas tal y como realmente son o si no es cosa mía y es cosa de todos los demás, pero vaya con las sorpresas que me está dando la gente últimamente... O tal vez sean sorpresa porque ahora las veo con otros ojos, unos nuevos, qué sé yo... Porque o todos están cambiando o la que ha cambiado soy yo.

Así que tengo toda la intención de encerrarme en mi piso este fin de semana, dormir, ir al gimnasio, no ver a nadie, no llamar a nadie, no coger el teléfono, actualizar el blog, ver películas, estar con Monsoon, ir a la playa, pasar de todos, apagar el mundo, ir a mi bola, meterme debajo de la manta y dejar que pase el vendaval, que demasiada reflexión filósofica tampoco es buena, que me está hirviendo la cabeza y escociéndome el corazón.

Me planto, ya está bien. Modo encefalograma plano on.



38

Aclarando: La soledad

Si me preguntaran qué es lo que más me sorprende de escribir un blog, entre mi top 10 estaría el hecho de que escriba lo que escriba, siempre recibe miles de interpretaciones (supongo que una distinta por cada uno que la lee), algunas incluso antagónicas.

El ejemplo más claro es el top 20 de cosas que le pido a un hombre. Nunca dejará de sorprenderme que mientras alguno (y hablo de chicos) dice que he sido demasiado básica en mis peticiones, otros (también de sexo masculino) se ríen afirmando que es el motivo por el que estoy sola, porque pido demasiado.

Normalmente sólo me maravillo de ello, de lo diferentes que somos las personas, pero en este caso, por algunas de esas interpretaciones, me apetece matizar alguna de las cosas. Porque me parece que debo tener demasiada carga dramática cuando escribo, visto las reacciones en general.

Lo primero que quiero decir es que estoy bien. El viaje ha sido genial, Roma es una ciudad preciosa y no me ha molestado apenas nada verla sola. Vaya esto por delante.

Respecto a la soledad, me siento como muchos que me dejaron comentarios diciendo que es mejor estar solo que sentirse solo estando en pareja. Me siento de manera parecida a eso.

No me he sentido sola en todos estos días hasta esta mañana, cuando tras reflexionar en el mensaje de alguien que sólo quería "acompañarme un rato porque viajar solo es duro", me he dado cuenta (o más bien he querido darme cuenta) de que ninguno de mis amigos había hecho algo similar por mí, pero yendo más allá, ni siquiera han pulsado el botoncito de "Me gusta" en ninguna de las 60 y pico fotos que subí. Lo peor no es eso, lo peor es que ya sabía que sería así y eso es lo que tengo que cambiar.

No culpo a mis amigos de mi soledad como alguien me ha comentado. Yo estoy sola porque quiero. En primer lugar porque decidí (con tremendísimo pesar) romper una relación que no me aportaba lo que yo necesitaba. Y estoy sola en Roma porque yo quiero también, por enfrentarme a mi "dependencia" de los demás para hacer las cosas que me hace ilusión hacer. Es sólo un paso (o varios) más allá después de ir al cine sola.

Y no me arrepiento en absoluto de ninguna de las dos decisiones, es más, me siento tremendamente orgullosa de mí misma por ello.

Con todo esto lo que quiero decir es que la única responsable de mi situación soy yo y yo soy la que le va a poner remedio en cuanto llegue a casa. Pero eso no quita que a veces, cuando dejamos que la venda se caiga de delante de nuestros ojos, no nos sintamos tristes y nos permitamos un momento de congoja... justo antes de volver a ponernos de pie y vestirnos para disfrutar de otro día en Roma.

No sé si me he explicado mejor o sólo lo he enredado más, pero necesitaba expresar que yo estoy bien, que se pueden tener pequeños bajones pero que de todo se aprende y se sale y que mis amigos no son "malos" amigos, sino que "simplemente" no vamos por el mismo camino, y es mi responsabilidad hacer lo que sea para ser feliz.

Buonanotte!!

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