Mis amigos y yo vol. II - ¿Amigas para siempre?
Pero las cosas cambian y en el instituto me tocó a mí sola en la misma clase que todas ellas y supongo que entre eso y que las paredes de mi habitación andaban ya llenas de pósters de actores y modelos, sentía más afinidad con ellas de la que había sentido en el colegio.
Si hoy las hubiese visto desde fuera habría sabido que en un par de años serían las más populares del instituto, igual que ya lo fueron en el colegio. Todas guapas, aunque cada una a su forma y cada uno en su estilo, vestidas siempre a la última moda (no necesariamente "pijas" porque quien más y quien menos se las ingeniaba para adaptar prendas económicas a las tendencias, incluso tirando de corte y confección) y, a la vez, bastante accesibles (en esto creo que yo contribuí bastante porque yo me llevaba bien con todo el mundo y no tenía problema en entablar conversación con nadie).
Cada una tenía su propia personalidad y con el paso de los años hasta la ruptura del grupo que conté en el post de ayer, llegué a quererles muchísimo.
En un grupo de personas, siempre hay gente con la que congenias más y gente con la que congenias menos. Yo siempre congenié bastante con una de ellas así que cuando tiempo después de aquella ruptura contactó conmigo, pronto retomamos nuestra amistad.
Al principio solíamos hacer cada semana un "día de chicas" y quedábamos ella, otra de aquellas amigas (entre ellas dos habían conformado uno de los sub-grupos) y yo. Todas teníamos novio por aquel entonces y aprovechábamos algún día entre semana ir a cenar y hablar de nuestras cosas.
Pero la otra siempre fue muy inconstante y de cada diez veces que quedábamos, nos daba plantón ocho. Así que casi siempre éramos ella y yo. Ella salía con un chico que era franca y llanamente imbécil. Era arrogante, prepotente e intransigente. Por contra, reconoceré que era inteligente y guapo y entre eso y otras cosas de su relación que yo obviamente no veía y desconocía, ella estaba muy enamorada de él. Y como ella le quería tanto, pues por supuesto que yo no decía ni mu. Era el novio de mi amiga y yo mejor que peor o peor que mejor, tragaba con ello con la mejor de mis sonrisas.
Sin embargo un sábado de los que quedábamos las dos parejas, él me hizo un feo en mi propia casa que me sentó fatal y encima quiso imponernos a los demás su opión en algo en lo que yo no estaba de acuerdo. Intenté hacerle ver que sobre gustos u opiniones, él no podía hacer valer su criterio como el único bueno, pero no lo conseguí y reconozco que la discusión se agrió un poco.
Sospechosamente, nunca más volvimos a quedar todos juntos y ella y yo quedamos relegadas a "amigas de los jueves". Cosa que yo por supuesto acepté, no iba a imponerle a mi amiga que se enfrentara a su novio... sobre todo siendo él como era.
Y en todos esos años, jamás le dije nada a ella sobre él... hasta el día en el que me llamó llorando porque lo habían dejado. Entonces, aún sin darle mi abierta opinión sobre él, sí que hice hincapié en que se pensara mucho si era feliz con esa relación. En realidad no lo era y más tarde, cuando ella estuvo preparada, me contó cosas horribles que él le había hecho, entre ellas serle infiel muchas veces y contárselo aduciendo que "todos los hombres son infieles, pero tú tienes suerte de estar conmigo porque yo soy honesto y te lo cuento".
Se acercaba por aquel entonces la Semana Santa de 2005 y yo, que ya había cortado con mi novio y andaba enredada ya en mi gran historia trágica, había quedado con una amiga de Alicante para ir a ver la Semana Santa malagueña, contando por supuesto con que mi mejor amiga se iría de puente con su novio. Le insistí para que se nos uniera porque sabía que si se quedaba, con lo frágil que estaba, a poco que él le insistiera volvería con él.
Las tres semanas que faltaban hasta Semana Santa me las pasé diariamente con ella, consolándole e infundiéndole fuerzas cuando quería hablar con él. Él hizo su movimiento a pocos días del puente de Semana Santa (supongo que por verse solo y sin plan) y ella fue lo suficientemente fuerte como para decirle que no y venirse conmigo y la chica de Alicante de viaje.
En Málaga le presenté a un amigo mío que sintió un flechazo inmediato por ella. No se le podía reprochar, era guapa, inteligente, dulce... Le advertí de su situación personal y de que no era momento para precipitarse. A ella él también le gustó (nada que reprochar tampoco) pero él, desoyendo mi consejo, se lanzó y en dos semanas estaban ya saliendo juntos.
Siempre me pareció que había pasado todo demasiado rápido y por muy bien que se les veía juntos, mantuve cierto escepticismo. Y no me equivocaba. Llevaban casi un año de relación a distancia (aunque viéndose con mucha regularidad) cuando él planteó venirse a vivir aquí. Ella aceptó, pero poco después su castillo de naipes se vino abajo y cortó con él porque no sentía "lo que tenía que sentir".
Por incongruente que pueda parecer, ella se quedó hecha polvo (él también, por supuesto) porque sabía que él era un gran chico, que le había tratado de maravilla y que había hecho muchísimo por ella, por que se sintiera bien. Y ella sabía además que le había roto el corazón y se sentía fatal por ello.
Durante todo el año que duró su relación, ella y yo quedábamos los fines de semana y por eso en ese tiempo, aunque fuimos conociendo a gente y aparte teníamos otros amigos, tampoco ampliamos más el círculo.
Cuando ella rompió con su novio malagueño, de nuevo estuve cada día con ella. Eran además las fiestas de aquí, la Magdalena, y apenas salí en toda la semana de fiestas porque ella no estaba con ánimo. El último domingo de Magdalena, quedamos para ver el acto de fin de fiestas. Al día siguiente (como casi cada año) yo cogía un avión para ir a Mallorca y en esa ocasión me quedaría allí casi dos semanas seguidas. No volví a verla.
Estando yo en Mallorca, me llamó y me dijo que su ex (el imbécil, para entendernos) le había llamado después de casi un año sin saber el uno del otro y le había dicho que quería hablar con ella. Me preguntó que qué opinaba yo y le dije la verdad, que un año es tiempo suficiente para que uno se dé cuenta de sus errores y que si a ella le apetecía llegar a entender lo que había pasado, que quedase con él.
En ese tiempo en el que no estuvieron juntos, tanto su familia como yo ya nos habíamos descarado y, animados por las cosas que ella ya se atrevía a ir contando, le habíamos dicho todo lo que realmente siempre pensamos de aquel chico, que nunca la vimos feliz con él, que nos caía antipático, etc. sobre todo comparándole con el chico malagueño. Por todo esto, cuando quedó con él, tuve que cubrirle de cara a su familia, porque era el día en el que yo volvía de mi viaje a Mallorca y ella había dicho en casa que había quedado conmigo.
Le envié un mensaje por la noche y le pregunté que qué tal estaba yendo todo. Me contestó y me dijo que muy bien, que le estaba haciendo bien y que estaban hablando mucho.
Desde aquella noche, no pude volver a contactar con ella como lo habíamos hecho antes. El contacto diario que habíamos tenido, se convirtió en hoy te envío un mensaje y con suerte mañana me lo respondes. Traté de quedar con ella esa Semana Santa y sólo recibí evasivas.
Pasadas las vacaciones, me tocó viajar a Málaga por trabajo. Allí tuve que enfrentarme a su ex, furibundo aún, que no comprendía qué había pasado. Ella era mi mejor amiga y la defendí tanto como pude, aunque yo no compartiera su forma de actuar. Él estaba también triste y, como también es amigo mío (lo pongo en tiempo presente), también tuve que consolarle y, aunque por protegerle a él y a mi amiga, no le conté nada del otro ex (con quien yo sospechaba que mi amiga había vuelto aunque no me lo hubiese dicho), sí que le insté a rehacer su vida y a dejar de insistir con ella.
Volviendo de Málaga estaba cuando me llegó un mensaje de ella. Hacía más de un mes que no la veía y en el mensaje me decía: "¿Quedamos el jueves que viene?". Me enfadé. Sabía lo que me respondería, pero aún así le contesté: "¿Y por qué no quedamos este sábado?". Y ella me dijo que había quedado con su ex/novio. Le pregunté si entonces habían vuelto y me dijo que sí y que estaba muy feliz. Pero ahí estaba yo, agotada después de una semana de viaje, de trabajo y de soporte sentimental a su ex quedando relegada de nuevo a los jueves porque ella había vuelto con su novio. No me pareció justo y se lo dije. Tal vez no me expresé de la mejor manera porque estaba que rabiaba. Le dije que si ella era feliz, yo también, que me alegraba de que fuese así, pero que sentía que no me estaba tratando como me merecía. No estoy segura a estas alturas de cómo lo interpretó ella, pero acabamos la conversación con un "pues nada, yo te quiero mucho, si alguna vez te hace falta algo, ya sabes donde estoy, pero a mí no vengas a decirme de quedar ni un jueves más".
Hace algunas semanas, después de casi 5 años sin verla (que ya tiene su mérito porque Castellón no es más que un pueblo grande) me la encontré en la calle. Yo salía de trabajar y andaba hablando por el móvil y coincidimos de frente en la acera. Nunca he sido una persona rencorosa, así que me sorprendió ver que ella se pegaba a la pared y con cara de mucho apuro y ¿vergüenza? me dijo un tímido "hola". Yo colgué inmediatamente la llamada y me acerqué y le di dos besos y le pregunté cómo estaba. Tuvimos una breve conversación en la que supe que estaba viviendo con su novio (pero no el imbécil, a saber cuánto haría que habían terminado) y no pude evitar fijarme en su lenguaje corporal, con las dos manos asiendo la correa del bolso y pegada a la pared como si fuera a salir huyendo en cualquier momento.
Es triste que las cosas acaben así y ella probablemente tenga una versión distinta de lo que pasó. Pero el tiempo que invertí en esa relación, también fue tiempo que perdí para poder conocer a otras personas y ampliar mi círculo de amistades o afianzar mi contacto con el otro sub-grupo con el que, aunque yo me llevo bien con todas, ella no y compaginar las dos cosas o volvernos a integrar era una quimera. No obstante no me arrepiento, como con todo, aprendí mucho, pero es innegable que esto que pasó es también uno de los motivos por los que hoy por hoy me encuentro en esta situación.
Y vosotros, ¿habéis perdido a algún amigo así?