Sant Jordi
Los habitantes del poblado, atemorizados, acordaron con el dragón que cada día le entregarían dos corderos a cambio de que tuviese piedad de ellos. Pero pronto empezaron a escasear los corderos y he aquí que los habitantes de Montblanc tuvieron que decidir entregar en sacrificio a un cordero y a una persona por vez. La elección de la persona se haría por sorteo y en él estaría incluído cualquier persona del reino.
Y cuentan como un día, la persona elegida fue la princesa, la única hija del rey. Éste imploró misericordia a los aldeanos, ofreciéndoles todo su oro y la mitad de su reino, pero ellos no aceptaron. La princesa debería ser ofrecida en sacrificio por el bien del pueblo.
El rey solicitó entonces ocho días de prórroga para despedirse adecuadamente de su hija y le fueron concedidos.
Llegado el día, el rey atavió a la princesa con sus mejores ropas y joyas y, con los ojos anegados en lágrimas, se despidió de su hija, dejándola en la entrada de la cueva del dragón.
La princesa se encomendó a Dios y, justo cuando el dragón abría la boca para engullirla de un bocado, apareció a lomos de un caballo blanco y con una brillante armadura y escudo dorado, un caballero que, de un certero golpe de lanza, atravesó el corazón del dragón. Cuando la brillante sangre del dragón tocó la tierra, ésta se convirtió en un rosal de hermosas rosas rojas.
El caballero tomó una de las rosas y se la dio a la doncella. Su nombre era Jorge (Jordi en catalán) y por tal proeza, el rey le ofreció incalculables riquezas, así como la mitad de su reino. El caballero amablemente las rechazó, solicitándole al rey que las repartiera entre los aldeanos y, tal como vino, partió sin volver la vista atrás.
Y por esta leyenda es tradición que en Cataluña, el día 23 de abril, cada hombre le regale una rosa a su amada.
Además, quiso el destino que fuese el mismo día, un 23 de abril pero de 1616, en el que muriesen William Shakespeare, Miguel de Cervantes (aunque dicen que en realidad murió el 22 de abril, pero le enterraron al día siguiente) y el Inca Garcilaso de la Vega, por lo que la UNESCO decidió declarar el 23 de abril como el "Día internacional del libro".
Y es por esta conmemoración que en Cataluña, el día 23 de abril, es tradición que cada mujer le regale un libro a su amado.
Siempre me ha gustado muchísimo más Sant Jordi que San Valentín, de un marcado carácter comercial. La rosa suele venir acompañada de una cinta con los colores de la señera como símbolo de la bandera de Cataluña y una espiga como símbolo de la fertilidad.
Lo cierto es que casi ninguno de los chicos con los que he salido conocían esta tradición (aunque yo me encargaba de inculcarla, jeje) y éste ha sido el segundo Sant Jordi que he pasado sin pareja. Sin embargo, cada día 23 de abril, sin excepción, yo tengo mi rosa roja. Me la regala mi hermano (igual que yo a él un libro). Ésta ha sido la de este año:
Y, por si fuera poco, este tormentoso tiempo primaveral, me dejó otro bonito regalo por Sant Jordi, esta vez en forma de arcoiris.
Rosas, libros, arcoiris... Un precioso día para el amor, ¿no? Quién sabe, tal vez el año que viene........ :)