17

Javi. La noche de San Juan.

Era la noche de San Juan y para no variar, no tenía plan.

Javi me había dicho que él había quedado con algunos de sus amigos y me invitó para que fuera con ellos. Por una parte, a mí me parecía que era un poquito pronto (apenas nos conocíamos él y yo!) y por otra parte, no quería que él estuviera pendiente de si yo estaba bien o mal, si me sentía integrada o si me estaba aburriendo, así que le dije cariñosamente que era un sol por proponérmelo, pero que sería mejor que no.

Él aún así insistió y me dijo que entonces por lo menos cenáramos juntos y luego él iría a la playa con sus amigos. Le pregunté si no habían quedado también para cenar y me dijo que sí, pero que prefería estar conmigo un rato.

A veces era tan tierno...

Al final no habíamos quedado aún en nada cuando sus planes empezaron a desmoronarse, un amigo tuvo que quedarse a trabajar por lo que la novia también se cayó del plan, otro no iba a poder ir y otro, en vista de que casi nadie iba a ir, se rajó.

Me envió un mensaje y me dijo: "Estoy sin plan para esta noche mágica. ¿La pasarías conmigo?" Y así fue como al final quedamos para cenar e ir a la playa a mojarnos los pies a medianoche.
Iba a ser una velada corta, porque su plazo para entregar el proyecto era al día siguiente y todavía no lo tenía terminado y yo por mi parte empezaba a arrastrar sueño pendiente por pasar parte de mis horas de sueño en contacto con Javi.

Esta vez, como él tenía que apurar al máximo su tiempo (y por evitar la pizza que sabía que aún le quedaba...) le propuse hacer yo unos sandwiches vegetales (receta exclusiva) en mi casa para llevarlos a la suya a la hora de cenar.

El tráfico y el aparcamiento estaban horribles porque estaba toda la gente cenando en la playa y haciendo ya sus hogueras para quemar los malos recuerdos del año y empezar de cero. A mí la ocasión no podía parecerme más propicia. ¿Acaso no era una increíble coincidencia que fuera a realizar ese rito de purgación de la mano de una persona maravillosa que no contaba con conocer?

Por fin conseguí llegar a su apartamento y se repitió la escena de la vez anterior con el interfono. La diferencia fue que esta vez me lo cogió a la segunda llamada y me dijo: "El interfono no funciona". "Ah, no? Menuda sorpresa..." le contesté yo.

Bajó a abrirme la puerta (esta vez no hubo vecino piadoso) y se me acercó y me besó directamente en los labios. Un beso profundo, sabroso...

Yo había llegado bastante más tarde de lo que originalmente nos habíamos planteado y él volvía a tener Coronitas en el congelador. Estos dos factores nos hicieron decantarnos por cenar en su apartamento y bajar luego a la playa. Desde el comedor veíamos a la gente movilizándose en la arena, montando las hogueras, los más jóvenes bañándose ya de noche... Lo cierto es que sí que tiene algo de mágico esa noche...

Nos comimos los sandiwches bastante rápido mientras él seguía galopando por los canales de televisión y hablábamos de fútbol y de las noticias del día.

Nos acomodamos un rato en el sofá como hicimos la primera vez: él rodeándome con su brazo y yo apoyada en su hombro. Nos besábamos de vez en cuando, pero era una sensación extraña: no eran besos de primeras veces, buscando que pasara algo más. No. Nos besábamos entre risas por algún comentario ingenioso de uno de los dos, como si en realidad ésa no fuera nuestra cuarta cita, sino como si ya llevásemos tiempo saliendo. Eran besos cariñosos, aunque por supuesto, de vez en cuando nos emocionábamos y nos apasionábamos besándonos.

Así, entre risas, besos y Coronitas, llegó la hora de bajar a la playa. Fuimos cogidos de la mano, incrementando esa sensación como de estar en pareja. Nos acercamos a la orilla y seguimos charlando.

Y entonces pasó.

Era una conversación banal acerca de las fiestas de Castellón y las de Valencia. Él, que lleva 8 años viviendo aquí opina que las de Valencia son mejores. Yo le dije que me sorprendía, porque era la primera persona de Valencia a la que conocía que prefería las Fallas. Y entonces, cambió su humor, se cerró en banda y su tono se volvió duro, déspota. Empezó a despotricar acerca de las fiestas de Castellón y hablaba como hablan los arrogantes que piensan que sólo su versión es la única válida y la única buena. Sin importarles si están hiriendo los sentimientos de los demás.

Me quedé callada, porque yo siempre he sido muy apasionada en mis argumentos y le miré de frente, sopesando las opciones. Opté por permanecer en silencio y evitar así una tercera guerra mundial.

En esto llegó la medianoche, la hora de entrar de espaldas en el mar pidiendo un deseo. Yo, que no soy nada supersticiosa, no estaba segura de qué pedir, así que pedí ser feliz. Me pareció que eso lo englobaría todo.

El ambiente entre nosotros había cambiado radicalmente, se había enfriado y apenas nos hablábamos. Quiso ir a comprar tabaco y entramos en un bar de al lado de la playa. Él, para romper el hielo me miró y me dijo: "¿Qué?" con una medio sonrisa. Yo le miré con franqueza y le pregunté: "¿Siempre eres así cuando discutes?". Me contó entonces que sí, que le pasaba con todo el mundo y que todo el mundo se lo criticaba.

"Si todo el mundo te lo critica, ¿no te has planteado suavizar tu carácter?" "Supongo que debería", me respondió, "pero no soy capaz".

Me pareció una respuesta poco madura. Si uno sabe que lo que hace está mal, lo suyo es aprender y tener voluntad de cambio, no? Pues se ve que no era su caso.

"Anda no te enfades conmigo" me dijo cogiéndome de la cintura y dándome un beso. Le contesté que no estaba enfadada, sino escaldada y que no tenía claro cómo dos personas podían entenderse con una postura tan tajante como la suya. "Pero cambiemos de tema", le dije. Me parecía un poco pronto para las lecciones moralizadoras.

Y entonces volvió el Javi habitual, el de las bromas, el dulce y cariñoso pero, aunque mi lenguaje corporal se relajó, por dentro no podía quitarme el "run-run" de que aquel destellazo que había tenido en nuestra primera cita, era una amenaza real para lo nuestro... como así fue...

Subimos de nuevo a su apartamento y salimos a la terraza. La verdad es que fue increíble porque nos pusimos a hablar y a hablar y a la que nos dimos cuenta, ¡eran las tres de la madrugada!.

Él me había dicho que le tenía que llevar a Castellón porque se había dejado su coche allí, así que nos fuimos. Dejé el coche delante del suyo y de repente, empezó a besarme. Todo lo recatadamente cariñosos que habían sido nuestros besos en su apartamento, se convirtieron en besos llenos de pasión y deseo. Empezamos a acariciarnos por encima de la ropa hasta que él sugirió que el vigilante de seguridad debía estar poniéndose las botas y me propuso que fuéramos a mi piso (a apenas 2 minutos en coche).

Nos empezamos a quitar la ropa ya en el ascensor y la fuimos dejando toda tirada por el pasillo hasta mi habitación. No sé durante cuánto tiempo estuvimos haciendo el amor, sólo sé que llegué a mi casa a las seis de la madrugada de un martes.

Fue nuestra última cita...

17 Comments


Cuando empezé a salir con chicas(cuando tenía 12 años)siempre empezaba yo una conversación...alfinal eso me trajo más que tomaduras de pelo...
pero lo bueno era que yo las dejaba antes que me dejaran ellas a mí...

besos


ains.. de verdad, sé que me voy a poner pesado, pero son tantos mágicos y ahora alguna decepción, o más bien despertar del sueño, los que me haces revivir.. Apenas acabo de terminar y ya estoy deseando leer lo próximo.


porque ultima cita????


Hola Ganker_astron! Así que tomabas la iniciativa en todo, tanto para empezar como para terminar ;)
Besos!


Hola Anónimo:
En mi siguiente entrada lo verás... aunque creo que ya he dado alguna pista de porqué...
Besos!


Yo creo que se por qué es la útima cita... cuando hay algo que no nos gusta... sabemos que a la larga nos va a dar problemas ¿eh Loren?


Wako tú no te pones pesado nunca! Aunque cada vez tengo más ganas de conocer tu historia!!
Besos!


Sí, eso es exactamente, "Anónimo"...


Hola.

Si es la última cita se me ocurren dos posibilidades. O te quedaste a pasar una temporada con él (con lo que ya no serían "citas") o tuvísteis una pelotera enorme por cualquier cosa y no volvísteis a quedar.

De todas formas... ¿ese defecto era suficiente como para colmar todo lo que teníais en común? Es una lástima por que no parecía un mal hombre y todos tenemos defectos.

Un saludo ^_^


Hola Conrad:
No es un mal hombre, en absoluto! A mí me gusta mucho, de hecho. Lo que pasó lo contaré próximamente :)
Y no, nadie es perfecto.
Besos!


Hola Lorena!
Llevo días leyendo tu blog, poquito a poco para saborear la 'dosis' :-P
Es realmente interesante lo que escribes, y sobretodo como lo escribes...
1besazo y Felicidades!


Hola Ingrid!!
Muchísimas gracias por leerme!
Un beso!


Hola Lizbeth! Lo cierto es que tienes razón. Él también es consciente de sus defectos, pero no tiene propósito de enmienda. Tal vez sea por eso que dices de dejar una parte de vosotros como periodistas atrás, no sé...
Besos!


En mi vida he visto un blog tan vanidoso.Supongo
que ser soltero tiene algun status especial.Yo
lo fui mucho tiempo y no es para tanto.Antiguamente las personas ilustradas escribian un diario personal que se publicaba
cuando fallecia. Ahora no se espera,todas las
cosas cotidianas,cutres y normales tienen que
contarse con pelos y señales.Muchos quieren ser
famosos,pero muy pocos piensan en la "eternidad"
como los alemanes.
Estos blogs tienen mas de "Elena Francis" que de
"Memorias de Africa" mucha ficcion buena para una telenovela.


Hola Anónimo! No sé porqué piensas que ser soltero es tener algún status especial. En cualquier caso, lamento que no te haya gustado.
Besos!


Sí, la verdad es que la reacción de Javi es para salir corriendo. Se preveía todo un Mr. Jekyll y Mr. Hyde. Anda que no.
Kewois


Hola Kewois! Pues sí, eso es: Dr. Jekyll y Mr. Hyde!
Besos!

Publicar un comentario

¡Escríbeme!

Related Posts with Thumbnails

Copyright © 2009 Bitácora de una soltera All rights reserved. Theme by Laptop Geek. | Bloggerized by FalconHive.