¡¡Voy a ver a Serrat!!
Llevo tres semanas seguidas viajando a Mallorca por trabajo y me quedan por lo menos otras tres. Mirando las fechas y lugares de la gira de Serrat, vi que casualmente actúa en Mallorca ¡este miércoles!
Iba a ir yo sola, en plan "reto del singlicismo", pero se han ofrecido a acompañarme y, siendo honesta, además de que la compañía será estupenda, prefiero no ir sola...
Estoy muy contenta e incluso emocionada. Hace seis años a Serrat le operaron de un carcinoma en la vejiga. Temí entonces que se retirara y jamás pudiera verle en directo. Se recuperó estupendamente y siguió publicando y actuando. Hace apenas unas semanas le detectaron un nódulo en un pulmón y le operaron urgentemente ya que él quería retrasar lo menos posible el inicio de la gira de este último disco, "Hijo de la Luz y de la Sombra", un homenaje a Miguel Hernández en el centenario de su nacimiento.
Sé que no va a cantar ninguno de sus clásicos y que el concierto versará únicamente acerca de las adaptaciones de las obras de este soberbio poeta. Sinceramente, preferiría ir a ver a Serrat en una gira de grandes éxitos, ya que para mí él es uno de los mayores letristas y compositores de este país, sus canciones son pura poesía y Serrat representa mi niñez. He crecido escuchando esa cinta de cassette que vivió más de 20 primaveras y que sonaba impepinablemente en el coche de mi padre (ahora en su coche nuevo sigue sonando Serrat, claro, pero en formato CD), para mí Serrat es mi padre cantándome Penélope antes de irme a dormir, es Mediterráneo, mi mar...
Sin embargo el destino ha querido que coincida en tiempo y lugar con él en Mallorca, en esta nueva gira que es más homenaje a Miguel Hernández que a sí mismo, pero yo no voy a dejar pasar la ocasión de verle en directo, ¿quién sabe si volveré a tenerla?
Hoy dejo aquí la versión de Serrat del poema de Miguel Hernández que más me emociona, Nanas de la cebolla. Este poema lo escribió estando ya preso en la cárcel por la dictadura franquista después de recibir una carta de su mujer en la que le contaba que en la casa sólo les quedaba cebolla y pan y sufría al tener que amamantar a su hijo de 8 meses con caldo de cebolla. Él le contesta en otra misiva con este poema en el que expresa su dolor al estar lejos de ellos y no poder ayudarles, pero a la vez, incide y reincide en un mensaje optimista de que pronto llegarán tiempos mejores. Miguel Hernández moriría de tuberculosis en esa misma cárcel sin haber vuelto a ver a su mujer ni a su hijo.
Se me eriza la piel...