Ochenta y dos
- ¿Y yo cómo sé si hay redes inalámbricas?
- Mira, ¿ves ese icono? Si tiene un aspa roja es que no hay ninguna disponible. Sin embargo, si te sale un mensajito de que hay redes disponibles, puedes pinchar y se conectará a la que no tenga contraseña.
- Ah... Espera, que me lo apunto...
- Entonces, esto - digo pulsando en el icono la página de inicio - es ¡GOOGLE!. Google es un buscador, todo lo que se te ocurra que quieras saber, está en Google. Sólo tienes que poner aquí las palabras que quieras. Por ejemplo, vamos a poner "recetas de postres manchegos".
- ¿Postres manchegos?
- Sí, ¿por qué no? Mira, estos son los resultados. Ahora, para ver las recetas sólo tenemos que acercar el ratón hasta que se convierta la flecha en una manita y pinchar. Hazlo tú.
- Ah, muy bien, ya lo veo. Hago clic sólo una vez, ¿verdad? Porque dos clics son al principio para abrir cosas.
- Mmmmsí... Más o menos.
- ¿Y para buscar otras cosas tengo que cerrar esto?
- No, ¿ves eso de ahí? Son como las pestañas de una agenda, y puedes abrirte tantas como quieras y tener información diferente en cada una de ellas. Eso es, ¡ya estás navegando!.
- Vale, pues no es tan difícil como me pensaba. Pero yo lo que quiero saber es, ¿cómo hago para imprimir lo que tengo en "el de escribir"?.
- "El de escribir" se llama Word. Y mira, te lo explico, apúntatelo. No, sin "e" al final: "word".
Y se lo enseño. Y aparte de alucinar con el hecho de no tener que cerrar el Explorer para abrir el Word, lo entiende todo perfectamente. Probablemente me llamará muchas veces con dudas que tenga, como cuando me llamó al grito de "¡Ven a mi casa! ¡Que la flechita no me corre!" y era porque se le había desconectado el USB del ratón.
Pero no me importará porque antes de irme me hace pasar a la galería para enseñarme los doce cuadros que ha pintado en los últimos dos meses y no puedo sentir otra cosa más que una profunda y absoluta admiración.
Ochenta y dos años tiene mi abuela. Ochenta y dos.