Nunca me he quedado dormida en la acera
Ese mismo lunes, ya recuperada, empezaron a llegar mis colaboradores (cariñosamente "mis niños") aquí a la central para otra formación y, además, hacer jornadas con ellos. Ha sido una semana maratoniana de salir de casa a las 8:30h y volver rozando la medianoche (o incluso más tarde).
Por estas dos semanas agotadoras se explica que andara yo arrastrando los pies anoche paseando a mi perra sobre las 23:30h. Anhelando meterme en la cama y dormir veintisiete horas del tirón estaba cuando veo a unos 20 metros delante de mí a una persona tirada en la acera, en una variante de decúbito lateral y con la cabeza entre los brazos.
Lo primero que pensé fue que tal vez fuera un indigente, pero me extrañó que en vez de elegir un garaje o un cajero automático, estuviera literalmente tirado en la acera así que temí que le hubiese pasado algo. A medida que me acercaba pude distinguir que a un par de metros había una mochila negra y además llevaba algo rojo en una mano. Ese "algo" resultó ser un móvil Samsung.
Me puse a su lado y comprobé que era un chico o una chica joven con pelo corto y por lo menos respiraba. Tras decir varias veces "¿hola?" sin respuesta alguna más que el movimiento acompasado de su respiración, me atreví a ponerle una mano en la pierna y zarandearle mientras le preguntaba si estaba bien. Se revolvió y me gruñó algo.
- Oye, ¿estás bien? - insití.
- Mmrrrsí...
- ¿No deberías levantarte del suelo?
- Sí, ¿no? - dijo con ese deje tan característico de los adolescentes que usan esta frase
- ¿Te pasa algo? ¿Te encuentras mal?
- Uff.. Demasiado ciego - dijo incorporándose y retirándose el pelo de la cara para dejarme ver que era una chica muy jovencita.
- Pero, ¿estás bien? ¿Necesitas que llame a alguien?
- No, no, no, gracias, estoy bien, de verdad. Gracias.
- Pues mejor llama a alguien tú...
- Sí, sí, gracias.
Y acto seguido se puso a teclear en su móvil rojo.
Mientras me alejaba de ella pude oír cómo decía: "Marta, tía, ¿dónde estás?".
Ayer era jueves, "jueves universitario". Si esta chica tenía 18 años (me niego a pensar que pudiera estar más allá de en primero de carrera) desde luego no aparentaba más de 16. Podrían haberle robado la mochila, el móvil o hacerle algo a ella.
Yo también salí mucho de juerga en mis años universitarios pero nunca me quedé dormida en una acera.