La soledad
He llegado a la conclusión de que para mí la soledad no es girarse en una habitación y darse cuenta de que no hay nadie más en ella. Eso es estar sola.
Pero lo malo no es estar sola, es sentirse sola.
Llevo cuatro días aquí y, excluyendo por supuesto a mi madre, los únicos mensajes auténticos que he recibido han sido en forma de comentarios en mi blog y sms de dos lectores. (Muchas gracias, de verdad...)
Pero... ¿y mis amigos/personas importantes de mi vida? Ni mu. Ni un email, ni sms, ni una llamada, ni un comentario en ninguna de las fotos que he ido subiendo en facebook, ni en mis actualizaciones de estado allí, ni en este blog. Nada.
En este punto pienso, analizo, qué habría hecho yo a la inversa, sabiendo que ellos están solos en un país extranjero, luchando por adaptarse por aprender a vivir siendo impar en un mundo de pares y creo no tener duda de que les habría hecho llegar mi calor y mi apoyo.
Claro que uno no debe esperar que los demás sean como tú (máxime cuando soy consciente de que yo a veces me preocupo en exceso por el bienestar ajeno), pero a tenor de que por lo menos dos personas (encima anónimas) sí se hayan interesado por mí, debo pensar que no soy tan rara como pudiera parecer...
Y sí, claro, todo el mundo tiene su vida, el trabajo desbordante, sus parejas... pero joder, un "qué tal te va" no estaría de más y no cuesta más de dos minutos.
"Veía tus fotos en el facebook" dirá alguno, "te seguía en el blog" dirá otro, "me pareció que estabas muy bien!" podrán decir, pero ¿qué pasa, es que sólo las cosas malas merecen ser compartidas? ¿Tan difícil es entender que el hecho de que ellos supieran dónde estoy yo no significa que yo sepa dónde están ellos, supuestos bastiones y apoyos?
Porque tal vez mi gesta no haya sido épica, pero venir aquí sola ha sido como escalar una montaña y, cuando victoriosa me he girado para compartir mi alegría, resulta que no sólo no había nadie, sino que no sabría con quién compartirla.
Así que sí, me he sentido sola, pero de nuevo he aprendido. Si no me gusta, es cosa mía cambiarlo, llorar por los problemas no va a traerme las soluciones. De modo que ahora mismo me levanto y salgo a disfrutar de mi último día en esta maravillosa ciudad...
...y cuando llegue a casa... Será el momento de seguir creciendo, dejando atrás lo malo y buscando lo bueno, lo que me haga feliz.