El conflicto de la aceituna
La pobre chica de Recursos Humanos se ha visto en la vergonzosa obligación de informarme de que al parecer mi botecito de aceitunas (tamaño mini) está creando serias perturbaciones en la paz de mi oficina.
Según me cuenta, el botecito de aceitunas (tamaño mini) que dejo en la puerta de la nevera para no entorpecer ni ocupar espacio en las baldas donde la gente suele dejar sus tuppers de comida, derrama el líquido conservante cada vez que se abre y se cierra la puerta de la nevera.
Es curioso este hecho, ya que yo abro y cierro la nevera cada día y jamás se me ha derramado ni una gota. Compungida ante semejante noticia (que sin duda hay que tratar con la máxima importancia) he ido a comprobarlo. He abierto y he cerrado la nevera cinco veces seguidas y nada, ni una micro-gota se ha derramado.
Es evidente por tanto que soy demasiado enclenque para los requerimientos de apertura y cierre que al parecer debe tener la nevera.
Contenta, no obstante, por saber que en mi empresa todo va tan bien que la mayor preocupación de algunas compañeras en el último mes (según me cuentan) es el alarmante vertimiento de líquido conservante de mi botecito de aceitunas (tamaño mini), he agradecido a Recursos Humanos que me hayan informado ya que con carácter inminente voy a poner solución a este conflicto. No quiera Dios que la cosa vaya a más y reciba una carta de amonestación.
Consciente del agravio que mi botecito de aceitunas (tamaño mini) ha podido causar, me he personado en el departamento más grande de la empresa, con quienes comparto espacio, y les he pedido disculpas por las molestias que mi botecito de aceitunas (tamaño mini) haya podido ocasionar.
Cariacontecidas, mis compañeras han expresado su ignorancia total por el caso, afirmando que ellas abren y cierran a diario la nevera y jamás han percibido derramamiento alguno. Asimismo afirman que no han oído en este último mes queja alguna sobre el asunto.
Perpleja pero con la tranquilidad que da el saber que al menos media empresa no estaba deseando lincharme, he caído en la cuenta entonces de porqué el martes mi botecito nuevo de aceitunas (tamaño mini) había desaparecido: alguien debió tirarlo a la basura en un arranque de violencia justiciera. Aturdida por el descubrimiento, he tomado una decisión que a buen seguro paliará los daños que el derramamiento, cual vertido de petróleo en el Golfo de México, haya podido causar.
A partir de mañana sin más demora, mis aceitunas descansarán a buen recaudo dentro de un bote de cristal cerrado con tapón de rosca que reutilizaré con cada nuevo botecito de aceitunas (de tamaño mini).
Espero y confío en que mis agraviadas compañeras sabrán apreciar mi esfuerzo y, aunque yo hubiese preferido algo tan simple como que alguien hubiese comentado: "¿es tuyo este botecito de aceitunas (tamaño mini)? Mira es que se vierte el líquido...", no les guardo rencor y ni siquiera buscaré venganza por el botecito de aceitunas (tamaño mini) que tan injustamente condenaron al estiércol.