Mi primera vez.
Mi madre se sabe infinidad de canciones infantiles que algún día yo le cantaré a mi hijo, sin embargo (y a pesar de tener la carrera de solfeo y de guitarra) nunca se le ha dado muy bien la afinación.
Mi padre, no obstante, tiene una preciosa voz de barítono y es uno de los hombres que más cantan de cuantos conozco. Siempre está cantando. Si estás en mi casa, es rarísimo no oírle cantar mientras cocina o mientras está en el ordenador. Por supuesto, a Serrat.
Más adelante, cuando yo tenía unos ocho años, mi madre se compró un Seat Ibiza. Aquello fue la revolución: ¡¡radiocasete!! Sin embargo creo que la ilusión nos duró como un año, que fue más o menos el tiempo que tardó en estropearse para siempre. Y volvimos a las canciones a pleno pulmón, según mi madre, para evitar que mi hermano y yo nos mareásemos (el truco no funcionaba muy bien, la verdad).
Recuerdo una vez en el colegio cuando tenía yo once años y Mecano era lo más de lo más de la música española. Estaba cantando con unos compañeros de clase No hay marcha en Nueva York en el recreo y creo que justo en la parte final en la que Ana Torroja da el agudo, una compañera me dijo: "¡Cantas muy bien!". "¿Yooo?" - pensé para mí. Era la primera vez que me lo decían.
Fui creciendo y llegué a la época del walk-man. El mejor regalo que recuerdo haber recibido, ¡hasta tenía "auto-reverse"!. Entre recopilatorios hechos por mí grabados de la radio, Queen, Los Beatles y Phil Collins, estaba Soledad Giménez. Estaba enamorada de su voz y tenía machacadita mi cinta del Alma de Blues. Soñadora como yo sola, imaginaba una y otra vez que le cantaba a alguien Me das el mar (probablemente la canción que más he cantado en la ducha en mi vida pero al final nunca le he cantado a nadie...)
Luego vinieron las voces negras: Mariah Carey, Whitney Houston, Toni Braxton... Incluso tuve una época de machacar el Falling into you, y más en concreto It's all coming back to me now de Celine Dion (a la que ahora no soporto mucho, la verdad). Esas grandes divas me enseñaron a cantar, a apoyar, a modular.
Me gustaba cantar, me gustaba mucho. Por aquel entonces tenía una amiga que cantaba muy bien. Tal vez tenía una voz menos potente que la mía, pero definitivamente más suave y afinada. Quitando esos momentazos de sábado por la noche acompañadas de las guitarras de unos cuantos amigos (aún no puedo escuchar la BSO de Titanic sin echarme a reír), yo siempre cantaba para mí, en la ducha, delante del ordenador, tumbada en la cama, con cualquier cosa haciendo las veces de micrófono.
No pretendo dar a entender que nadie me escucha nunca cantar, lo hacen, porque yo canto todo el día, sólo que para mí. Por eso cuando alguien me ha pedido alguna vez que cantara en voz alta para él/ella, siempre me ha dado vergüenza, no estoy acostumbrada.
Y así fue como el primer día de mi primera clase de canto, cuando mi profesora me dijo que le cantara algo, me quedé de piedra y mientras cantaba, sentía cómo me iba poniendo nerviosa bajo su mirada escrutadora y cómo de vez en cuando los nervios me quebraban la voz.
No tardé mucho en darme cuenta de que en esta vida hay tres tipos de personas: las que no saben cantar, las que saben cantar y las que se creen que saben cantar pero en verdad no tienen ni idea. Yo quedé pronto relegada a esta tercera categoría.
No sabiendo solfeo, era una tortura que mi profesora me diera el tono en el piano. Ella tocaba "diiing" en el piano y yo cantaba "mmmdriggnnn". Y ella: "No!!, diiing, diiing, diiing, diiing!!", martilleándome los oídos con las teclas del piano.
Los reproches eran continuos: "No, así no, más arriba, más colocado, más timbre, más redondo, mejora ese apoyo, ¡esa respiración!, ¡¡más stacatto!! ¡Tienes que pensar en una 'i', poner la boca para decir una 'a' y decir una 'e'!!"
Y yo me lanzaba: "mmmrrr@@@...??" No comprendía nada, y por cierto ¡¿qué narices era "stacatto"?!.
Tanta caña me metía que a la cuarta clase fui decidida a decirle que yo no pensaba ganarme la vida cantando, que era un hobbie, pero que fuera honesta conmigo, que si yo no valía para eso, que no me hiciera gastarme 100€ más al mes siguiente. Pero para mi sorpresa, ese día la vocalización con la 'r' me salió bien y le escuché por primera vez decirme un "muy bien" en el "mío, mío, mío, frío, frío, frío".
No es que las cosas sean radicalmente distintas ahora que han pasado ocho meses (menos lo de mi oído para el tono, eso sí que lo tengo ya controlado), sigue siendo muy estricta conmigo, pero he aprendido mucho. Ya nunca me daño la garganta al cantar y mis agudos son dignos (según ella) de toda una soprano. ¡Hasta quiere que haga el examen de ingreso en el Conservatorio porque según ella he desperdiciado una gran carrera en la música!
Y hoy, después de infinitas correcciones, de una decena de vocalizaciones de Concone aprendidas de oído (porque sigo sin saber leer una partitura) y de un millón de "mío, mío, mío, frío, frío, fríos", he actuado por primera vez en público. Y me ha gustado.
A mi profesora no le valía cualquier canción, tenía que ser difícil, con mensaje, con interpretación. Le llevé muchas opciones y todas las descartó: "Niña, esa canción no tiene nada". Ah... pues menos mal que sólo era de una tal Whitney Houston...
Al final fueron dos las finalistas y hasta esta mañana iba a cantarlas las dos, pero al final he tenido que elegir sólo una. No voy a mentir, me he quedado con la que me resultaba más fácil (aunque mi profesora dice que era la más difícil de las dos por la carga interpretativa).
La descartada ha sido Defying gravity, del musical Wicked pero en la versión de la serie Glee. Para el año que viene, ha dicho mi profe.
Y finalmente he cantado Maybe this time, de Cabaret también en la versión de Glee.
Creía que estaría más nerviosa y quince minutos antes de actuar, creía que no iba a entrar bien en los tiempos, no oía las entradas. Pero a pesar de que el micro se acoplaba un poco (y sí, también mi primera vez con micro de verdad y no un bote de colonia) lo he hecho bien. La semana que viene mi profesora (que hoy me ha felicitado) me sacará pegas seguro (de entrada ya os digo que he apoyado mal la última nota, ¡al carajo!). Pero hoy me he subido al escenario, me he presentado y he cantado interpretando (otra cosa que no había hecho nunca) moviéndome por todo el espacio (que tampoco era mucho, para qué mentir).
Había bastantes caras conocidas entre el público (gracias por venir), pero la canción se la he dedicado a mi afueli, "la Revoltosa", la que me lleva a ver ópera y zarzuela y que por supuesto (después de su intento frustrado de tener una hija artista) ha venido a ver el debut de su nieta.
Mi profesora me pregunta que porqué mis padres nunca me llevaron a clases de canto. Cuando les pregunto, mi padre, el barítono, el que siempre está cantando, me responde con cara de sorpresa: "Nunca has mostrado ningún tipo de interés especial por la música...".
Y es que se ve que cantar desde que tienes uso de razón no es como coger un violín o tocar piezas de Mozart a los tres años...