Maldita gamba
De pronto me separé de Miguel Ángel y le miré a la cara. Tenía la boca muy abierta y de ella salían ruidos guturales.
"¿Va a vomitar?" me pregunté extrañada con cierta sensación de irrealidad. Justo entonces algo se activó en mi cabeza: "¡¡Monsoon!!". De un salto encendí la luz a tiempo para ver a mi perrita vomitando en el suelo una cabeza de gamba que estaba absolutamente intacta y que sin duda había sustraído clandestinamente de la basura en algún momento después de la comida dominical.
Eran las #@%& cuatro de la madrugada y después de limpiar el suelo y regañar a Monsoon, no conseguí volver a soñar con Miguel Ángel.
Mierda, maldita gamba.