No todos los días son domingo.
Éste viene revolucionario, lleno de nuevos propósitos: de hoy no pasa que renuevo la cuota del gimnasio, retomo la dieta y me compro dos bikinis y unas sandalias. Ea.
Finalmente el viernes pasado no fui a la actuación de mis amigos (como en realidad siempre supe que pasaría... o NO pasaría en este caso...). Fui al cine con mi hermano y su novia a ver "Última casa a la izquierda" (no, no la elegí yo... ). La película fue ignominiosa, infame y totalmente innecesaria. Por favor, no os gastéis ni un duro en verla, no sea que hagan la segunda parte... Yo por suerte fui gratis.
El caso es que en parte fui al cine para estar más animada para ir a ver la actuación. Sabía que si me quedaba en casa, iba a ser absolutamente imposible estar despierta a la una de la madrugada. De hecho, me arreglé y todo para no tener luego la excusa de que así no podía ir a la discoteca a verles. Sin embargo cuando salí del cine (más cabreada que menos por la peli), estaba derrotada de cansancio y aunque llegué hasta el chiringuito donde actuaban, cuando no encontré sitio para aparcar total y literalmente me rajé.
El sábado fue un sábado normal. Mis padres, mi hermano y yo fuimos a mi piso a comer. Un rato de piscina, un par de partidas de cartas, pasear a Monsoon y telepizza para cenar. Para no variar me quedé dormida en el sofá viendo una peli y me arrastré como puede hasta la cama.
Al menos dormí en mi piso y eso me dio cierta sensación de estar haciendo "algo distinto".
El domingo, lo habitual: paellita en el maset, deportes en la tele y otro par de partidas a las cartas.
Y así llegamos al lunes, al lunes revolucionario que cambiará seguro el rumbo de mi vida... ¿o no?